ETA, el zombi

'ETA nunca condenará a ETA'
'ETA nunca condenará a ETA'
Heraldo

Aunque algún extraviado intenta resucitarla, parece seguro que ETA ya no asesinará a nadie más. Eso no se discute, porque su humus esencial –tres amplias porciones de la sociedad vasca: la que aplaudía; la que justificaba; y la que miraba sin rechistar– ya no es apto para la germinación. En cambio, aún se debate sobre si ETA está de verdad extinguida o en latencia. Y es una discusión doble.

Por un lado, se debate si el final de las acciones criminales del grupo terrorista vasco fue más o menos voluntario. Por otro, si es o no verdad, y hasta qué punto, que los genuinos objetivos del terrorismo ‘abertzale’ se hayan ido alcanzado en bastante medida.

Los defensores de lo primero afirman que la liquidación de ETA obedeció a la voluntad asumida en el grupo fanático por ciertos ‘hombres de paz’. El más característico sería Arnaldo Otegi; y otro que tal Josu ‘Ternera’, al decir del comprensivo socialista Jesús Eguiguren. Quienes rechazan este análisis arguyen que la consunción de ETA nace de que la banda se vio en la imposibilidad de proseguir cocinando su atroz menú de secuestros, extorsiones y asesinatos, tiros y bombas. ¿Por qué? Porque llegó a estar permanentemente infiltrada por los curtidos servicios antiterroristas españoles, quienes lograron sus objetivos estratégicos: descabezar de modo intermitente, certero y veloz a la cada vez menos banda y cada vez más pandilla. ETA quedaba una y otra vez en manos de jefes maulas, repentizados y crecientemente incapaces. La suma de todo –crímenes, incompetencia, merma de votos, infiltración– era muy nociva para Batasuna y asociados. Lo mismo que pasa hoy con el desprecio a las víctimas y las escandalosas acogidas triunfales a los delincuentes de ETA liberados por la ley: quitan votos. Pero lo invariable desde 1976 (Alternativa KAS, ‘Koordinadora Abertzale Sozialista’, compartida por las dos ramas que tenía ETA y varios grupúsculos del elenco separatista) es la lucha contra «el imperialismo español y la burguesía vasca», opresores del pueblo.

En los últimos días ha resurgido el debate. El 24 de noviembre, en el Congreso, Guillermo Díaz (Ciudadanos), mencionó a las víctimas del terrorismo vasco a propósito de los Presupuestos Generales del Estado. Odón Elorza, peculiar socialista donostiarra, a voces y con dramático gesto, clamó contra la ‘manipulación’: «¡Dejen ya en paz el terrorismo de ETA! ¡ETA desapareció, ETA no está aquí, aquí no hay terroristas!». En pie, le ovacionaron sus colegas y algún miembro del Gobierno que no pudo embridar sus excitables emociones.

Díaz (quien –¡oh, sorpresa!– disponía de otro turno oratorio) repuso, decidido: «El Sr. Elorza me ha recriminado haber mencionado a las víctimas del terrorismo. Ya dije que lo hice por los pactos del partido socialista con Otegi». Y mostró dos documentos: la carta de un socialista, hijo del asesinado por ETA Fernando Múgica, que dejaba de militar en el PSOE; y una foto del asesino, el inicuo ex preso ‘Txapote’, recibido como héroe hace unos meses.

Si Odón Elorza niega que pueda hablarse de ETA –«ETA no está aquí»–, Díaz considera a Bildu una hijuela histórica de los etarras. Por algo será que hay, o ha habido, una veintena de cargos bildutarras procesados.

Coincide Elorza en eso con el máximo ‘burukide’ del PNV. El 2 de diciembre, Ortuzar, en TVE, defendió a Sabino Arana y sofísticamente lo cotejó con Marx por sus prejuicios sobre la mujer, pero no por católico fanático y racista exaltado en pleno siglo XX, que es lo típico de Arana, y aseguró: «ETA no existe, no está, hace diez años que se acabó y hace cinco de su final absoluto». ETA tuvo, pues, derecho a un final y, luego, a otro más, el final absoluto ortuzariano. Quizá quede todavía alguno, un final esencial, u ontológico, o vaya uno a saber.

«ETA sigue ahí»

El mismo día del debate entre Elorza y Díaz también se habló de ETA en el palacio de la Aljafería. Durante doce horas, la Fundación ‘Manuel Giménez Abad’ congregó a una veintena de especialistas, civiles y militares, periodistas, estudiosos y expertos en terrorismo y contraterrorismo para disertar y debatir. Hubo muchas intervenciones de alto interés.

La última, ya entrada la noche, fue la de Manuel Navarrete, general de división de la Guardia Civil y director del prestigiado Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado, CITCO, activo desde 2004. Navarrete tiene un currículo internacional apabullante. Y entre cifras probatorias, dijo: «Sobre ETA y entorno, no estamos descansando. ETA sigue ahí y seguimos combatiéndola. No pararemos hasta que consigamos que todo quede esclarecido». Porque, en 2020 y lo que va de 2021, se ha detenido a 16 etarras, de los que 5 están presos. Y hay más.

De entre los que anteceden, elija el lector el juicio que prefiera.

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