Cuidar el morir

'Reflexiones sobre la eutanasia'
'Cuidar el morir'
Pixabay

La noticia de la mujer que se suicidó en Zaragoza tras denegarle la eutanasia me ha hecho pensar, paradójicamente, que la eutanasia es un acto médico. 

Los médicos, enfermeros y farmacéuticos que intervienen en este procedimiento argumentan, si son objetores, que su profesión les exige curar y cuidar pero no matar. Tiene lógica, y para eso está el derecho a no practicarla; pero me resulta interesante que tras ese argumento escaseen las respuestas de qué hacemos con las personas que, en ejercicio de su libertad y en plenas facultades mentales, deciden que quieren dejar de vivir. Algunos dicen que la alternativa a la eutanasia son los paliativos, como si fuera lo mismo; lo que por otro lado estimo que también genera bastante confusión en los ciudadanos que vemos las cosas de la muerte desde una barrera verdaderamente inocente: si hay algo seguro en esta vida, es que nos vamos a morir. Por ello, no se puede hacer ni siquiera comparable que se garantice un proceso del final de la vida sin dolor a una decisión última de decidir que en cierto momento se quiere poner punto y final.

Con esto no estoy diciendo que todos los médicos objetores de la eutanasia sean peores facultativos ni que los partidarios de practicarla sean mejores, más completos, o vaya a saber qué cosas se llegarán a oír. Pero es cierto que la decisión de morir compete a cada uno y que un Estado debe asegurar (al paciente y a los sanitarios) un proceso legal y asistencial que, con todas las garantías, no fuerce a muchas personas a envenenarse, pegarse un tiro o tirarse al vacío desde una ventana como única opción.

Cuidar, como querer, es escuchar, respetar y acompañar. El Estado debe amparar a las personas enfermas y el Sistema Nacional de Salud debe ofrecer la cobertura asistencial suficiente como para que nadie piense en la eutanasia por no recibir los cuidados y tratamientos suficientes. Con eso garantizado, y ahí se debe invertir, un país que no abandona a sus ciudadanos al dolor crónico o último es un país más humano, sensible, mejor. Por eso, la Ley de Eutanasia es un paso más del Estado del bienestar, que debe acercar al paciente a todas las herramientas que cuiden de su salud, del fin de su sufrimiento y de la libertad tan amplia de lo que significa el derecho a vivir y a morir en dignidad.

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