Un papelito en la cartera

'Un papelito en la cartera'
'Un papelito en la cartera'
Pixabay

Era una palabra fácil de recordar. 

Para confirmarla, hube de escribirla por segunda vez. Todo iba bien, hasta que, al clicar en "continuar", brotó en la pantalla un aviso rojo de "acción no válida", acompañado de un hexágono, también rojo, con un signo de admiración amarillo.

Me quedé muy sorprendido, pues mi propuesta estaba concebida para no ofender a ningún tipo de ser vivo, ya fuera animal, vegetal, hongo, protista o mónera. Dicho sea, ahora que caigo, en la confianza de que esta clasificación no sea vejatoria.

Corren malos tiempos para la taxonomía. En todo caso, descartado el veto moral, supuse que el fallo estaba en la casilla de "confirmar nueva contraseña". Como las letras se convierten en puntos, nunca sabe uno lo que ha tecleado.

Al repetir en vano la operación, asumiendo que la envergadura del reto exigía trabajar en equipo, envié sendos mensajes de auxilio a mis colegas Pedro y Belén, dos cerebros privilegiados. Sus respuestas coincidieron en que quizás mi contraseña no cumpliera ciertos requisitos. Para empezar, el número de caracteres. Entonces comprobé que, teniendo que ser, al menos, diez, a mi vocablo le faltaba uno, por lo que lo puse en plural.

Aunque esto no bastó, tras un arduo tira y afloja, logré seducir al tirano rojo con una larga retahíla de cuatro mayúsculas, seis minúsculas y tres guarismos. Culminado el proceso, tomé nota del monstruo en un papelito y lo puse a buen recaudo en mi cartera de bolsillo, un lugar digitalmente inexpugnable y éticamente impecable. Está hecha con material reciclable y no imita al cuero.

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