La TCP es la Travesía Central Pirenaica, que no existe. 

Los dos pasos de tren entre España y Francia van por los lados, País Vasco y Cataluña, y están colapsados. Aragón es el camino más recto para un ferrocarril de verdad. Sobran camiones y faltan conductores. Hay un ente de la sociedad civil bien nutrido, Alianza Europa, que quiere forjar una asociación para conseguir esta utopía necesaria (www.corredores.eu). La travesía ha estado varias veces en las mesas de la Unión Europea pero siempre se ha caído. La presión de los vecinos de los lados es bastante invencible para un agente modesto como es Aragón, pero la TCP no interesa sólo a Aragón, sino que es una prioridad para España y Europa/China. Lo sería si los sucesivos ineptos gobs de España no hubieran sido siempre rehenes de los egointereses de los nacionalismos. Este intento de crear una asociación es una emergencia nacional. La tarea, de puro imposible, es atractiva. Quizá la Unión Europea pudiera apostar, como en otras ocasiones memorables, por hacer lo obvio, lo mejor, la TCP. El cambio climático y todo eso que está de moda aportan argumentos irrefutables para hacer cuanto antes esta vía que nunca se hará. Pero hay que intentarlo. La TCP ha fallado tantas veces que quizá habría que cambiarle el nombre. Es una idea, las palabras son importantes, y las siglas se deterioran de tanto usarlas en vano. Quizá el Transeuropeo podría molar. Aragón es el pecho de España, la vertical es pura ecología y el cruce de caminos está en Zaragoza Huesca Teruel. Así que adelante con todo y gracias.