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  • Editorial

Legalidad y transparencia

Salida de la ministra González Laya de los Juzgados de Zaragoza.
Salida de la ministra González Laya de los Juzgados de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Arancha González Laya ha declarado en Zaragoza que la llegada de Brahim Gali a España fue «conforme a la ley». Por lo demás, la exministra de Asuntos Exteriores se ha acogido a la ley de secretos oficiales para no desvelar ante el juez quién dio la orden de autorizar la entrada en España del líder del Frente Polisario tras aterrizar en la base militar zaragozana el pasado 18 de abril. Si todo fue legal y por razones humanitarias, no se entiende tanto secretismo por mucho que, desde un acuerdo de Consejo de Ministros del 15 de octubre de 2010, se aplique la Ley de Secretos Oficiales a buena parte de los asuntos que se despachan en el Ministerio de Exteriores. El control de los administradores y la obligación de estos de rendir cuentas son el nervio del sistema parlamentario.

«Todo se hizo de acuerdo con la ley y espero que el juez llegue pronto a la misma conclusión», ha manifestado González Laya tras declarar como investigada (antigua figura de imputada) ante el juez Rafael Lasala, que investiga la entrada en España de Gali para que le atendieran en un hospital de Logroño de la covid grave que padecía. Las prisas de la exministra chocan con la obligación de los jueces de estudiar, a petición de la acusación particular, la posible comisión de los delitos de prevaricación, encubrimiento y falsificación de documento.

El mismo día en que la exministra ha prestado declaración, el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha rechazado procesar al líder del Polisario en la causa abierta por un delito de genocidio, dado que considera que los hechos estarían prescritos. No obstante, un Estado que se sustenta en el imperio de la ley está obligado a aclarar quiénes tomaron la decisión de que Gali pudiera entrar en nuestro país sin pasar el control de pasaportes y con documentación falsa para sustraerlo a la acción de la Justicia.

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