Félix Romeo

La biblioteca sumergida de Lechago, un sueño cumplido de Félix Romeo.
La biblioteca sumergida de Lechago, un sueño cumplido de Félix Romeo.
Jorge Escudero

Era un tsunami de pasión e inteligencia, un estallido de ideas y propuestas. 

Le gustaba debatir y discutirlo todo, a veces a gritos. Esos días, al llegar a casa, mandaba un correo pidiendo perdón y diciendo que era insoportable. Pero todos sabíamos que era cualquier cosa menos eso. Era también tierno, selváticamente tierno. Y melancólico, porque tenía la certeza de que nunca vería cumplidos todos sus sueños. Era tan generoso que se preocupó menos de su obra que de la de sus amigos, a los que siempre favoreció con proyectos, consejos y lecturas. Por estar con ellos, en los años que vivió en Madrid era capaz de coger un tren por la tarde, venir a una cena, esperar a que amaneciera y, sin dormir, volverse en el primer tren de la mañana. Desconocía el significado de la envidia, se alegró siempre de los éxitos de sus colegas y sabía de sobra que había sitio para todos. Estaba enamorado de Zaragoza y nunca le pareció cateto confesarlo; y hubiera querido convertirla en la mejor ciudad del mundo, para lo que le regaló (pues nunca quiso cobrar por ello) proyectos inolvidables como aquel de convertir La Harinera de San José en una residencia de artistas, en un refugio para creadores. Le gustaba que lo llevaran en coche, comer gominolas, ir a restaurantes, subir a La Romareda y comprarse libros raros. Se inventó la historia de la biblioteca sumergida de Lechago. Todos sonreíamos, pero no le hacíamos caso. Son cosas de Félix, decíamos. Pero diez años después de su muerte, esa biblioteca es ya una realidad y la prueba de que los sueños, a veces, se cumplen.

José Luis Melero es miembro de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis

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