Por
  • Luisa Miñana

La canción de NOF4

'La canción de NOF4'
'La canción de NOF4'
Pixabay

El terrible manicomio de Volterra (Italia) cerró a finales de los años setenta, pero sus ruinas ocupan un lugar en la historia del arte gracias a Fernando Oreste Nannetti.

NOF pasó allí la mitad de su vida, y durante nueve años tejió, arañando los muros del psiquiátrico con la hebilla de su cinturón, un monumental palimpsesto de setenta metros, un jeroglífico incluido en la Colección de Art Brut de Lausana a través de las fotografías de Pier Manoni. Allí Nannetti amalgamó un mundo personal, en el que también inscribía las noticias que le llegaban, aseguraba, a través de las ondas del sistema mental telepático, del que era astronauta-ingeniero-minero: no sé si cabe mejor definición del empeño de un escritor.

Como cuenta Raúl Quinto, autor de una hermosura de texto publicado por Jekyll&Jill (‘La canción de NOF4’), esas noticias son en buena parte ecos de acontecimientos del momento histórico en que Nanof interviene los muros, la Guerra Fría. Fusionando sin cicatrices ensayo, poesía y narrativa, Quinto nos guía por una construcción alquímica y única que, sin embargo, pervive gracias sobre todo a las reescrituras que otros (Trafeli, el joven celador amigo, que leyó y comprendió el primero, Antonio Tabucchi, la poeta Enzia Verduchi, y ahora el propio Quinto, entre otros) han hecho. El tiempo y el abandono también escriben su propia canción, cierto. Pero, a través de la experiencia especular de Quinto, ‘La canción de NOF4’ nos interpela en presente. Seguimos arañando los muros.

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