Por
  • Eva Pérez Sorribes

Principios

Concentraciones en diferentes ciudades de España contra la violencia machista
'Principios'
Agencias

Hay finales que, por lo abrupto y cruel, pueden acabar suponiendo un principio. 

Es lo que ha pedido la madre de Anna y Olivia, las niñas asesinadas por su padre, en una carta en la que expresa el deseo de que sus hijas no hayan muerto en vano. Es la necesidad que tenemos de dar sentido al sinsentido y pensar que hasta en lo terrible puede abrirse una puerta para conseguir algo positivo. Ocurrió con el asesinato de Miguel Angel Blanco, el concejal de Ermua cuyo secuestro y muerte a manos de ETA desató una oleada de protestas que recorrió un país harto de barbarie. Así se acabó el terrorismo, con rechazo unánime y políticas claras. Este es otro terrorismo, una violencia que se ejerce contra las mujeres en forma de venganza y padecen los hijos a los que, como pide Beatriz Zimmermann, hay que proteger. Pero nos falta unidad, ejecución y criterios. No los vemos en los juzgados cuando se esgrimen argumentos como el Síndrome de Alineación Parental que no lo reconoce ni la OMS o cuando siguen aprobándose regímenes de visitas pese a que las amenazas y malos tratos han sido de sobras probados. Anna y Olivia seguirían vivas si la justicia los hubiera denegado. Pero su injusto final debería suponer, como pide su madre, un principio. Y principio no solo significa, como dice el diccionario, el comienzo de algo, sino también "la norma que rige conductas y pensamientos". Hace falta una legislación que proteja, de verdad, a los más vulnerables. Ojalá sea, de verdad, el principio de este triste final.

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