Blindados en la playa de El Tarajal

Playa del Tarajal, en Ceuta, en la frontera con Marruecos.
Blindados en la playa del Tarajal'
JON NAZCA/Reuters

La llegada a Ceuta de miles de personas procedentes de Marruecos, a nado y ante las cámaras de televisión, ha abierto la crisis migratoria y diplomática más grave en décadas.

En horas frenéticas, Ceuta ha sufrido la entrada ilegal de una multitud, entre la que se contaban niños que dejan imágenes dramáticas. Hemos visto los blindados desplegados en la playa de El Tajaral, y a los militares españoles desdoblados entre su misión de impedir la masiva entrada ilegal, por su un lado, y la de auxiliar a quienes llegaban exhaustos tras recorrer siete kilómetros de mar para entrar en territorio español, por otro. Marruecos ha renunciado, en una decisión muy planificada, a ejercer su bien pagado papel de gendarme de la frontera sur de Europa y ha generado el caos. De fondo, su reclamación sobre el Sahara, que cuenta con el beneplácito de Estados Unidos y de Israel, y sobre Ceuta y Melilla. En el escenario caótico generado por la pandemia, hay una guerra a la que no se llama por su nombre en Oriente Próximo y, ahora, este desafío de Marruecos a España que afecta de lleno a la UE y a su política migratoria "externalizada". El detonante, el mal gestionado asunto de la hospitalización secreta, en un hospital de Logroño, del líder del Frente Polisario, que acumula graves cuentas pendientes con la Justicia española.

El presidente Sánchez viajó ayer urgentemente a visitar Ceuta y Melilla, sumidas en la angustia y la incertidumbre. Además de los desafíos que presentará mañana para 2050, le toca afrontar el urgentísimo de Ceuta 2021.

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