Retos educativos

Opinión
'Retos educativos'
POL

La crisis mundial causada por la pandemia del coronavirus ha supuesto un verdadero desafío para todos los sistemas educativos del mundo. 

El cierre de escuelas, una situación inédita en la historia de la educación, ha provocado una transición forzada e imprevista hacia la instrucción a distancia, que constata que las estructuras organizativas escolares dependen excesivamente de la presencialidad. Añadamos los retos desafiantes para la equidad educativa, pues la crisis escolar ha perjudicado por encima de todo y desproporcionadamente al alumnado más vulnerable. También ha afectado la calidad del sistema educativo en general y, a su vez, ha mostrado que el tránsito a una escuela contemporánea e innovadora es, a menudo, más un deseo que una realidad. En síntesis nos ha mostrado las verdades más incomodas de nuestro sistema educativo. Es muy ilustrativo leer algunos párrafos del Dictamen de la Comisión parlamentaria para la Reconstrucción social y económica (2020) pues señala cómo la pandemia "ha acentuado las tendencias a la desigualdad existentes" en el sistema, mencionando expresamente "la brecha digital", los problemas de "segregación escolar" y de "desigualdades en el acompañamiento educativo". En particular, aludía a la segregación escolar como un fenómeno especialmente preocupante en España antes, durante y después de la pandemia. Dado que el cierre de escuelas y la educación no presencial han hecho más grande aún la herida social que suponen todas las segregaciones escolares: socio-económicas, territoriales, étnicas y por razón de diversidad funcional, distanciando aún más al sistema educativo del paradigma de la educación inclusiva.

El cierre de las escuelas durante la peor fase de la pandemia puso de manifiesto las debilidades de nuestro sistema educativo

En dicho Dictamen se hacen propuestas concretas, como reducir los anormalmente altos índices de repetición. En España la tasa de repetición de curso se sitúa en un 29%, siendo la media de la UE un 13%. También la necesidad de reducir el fracaso y abandono prematuro de estudios. A pesar de los avances conseguidos en la última década, en 2009 se partía de un 30,9%, España sigue teniendo la tasa más alta de abandono escolar prematuro de la Unión Europea. Estos datos, sin lugar a dudas preocupantes, han de ser completados con otro no menos inquietante que indica que, en ese mismo año, había un 14,9% de adolescentes y jóvenes, de entre 15 y 29 años que ni estudiaban ni trabajaban. Añadía a sus propuestas la necesidad de universalizar la educación de 0 a 3 años; reforzar la educación de todo el alumnado con dificultades de aprendizaje; digitalizar las escuelas; extender los dispositivos a todo el alumnado; mejorar la atención a la diversidad; reforzar la formación profesional y el sistema de becas. El reto es ahora emprender un proceso de reconstrucción apostando por una inversión orientada al desarrollo de medidas y programas destinados a resolver esos problemas. La crisis sanitaria ha revelado, en definitiva, las debilidades de nuestro sistema educativo y nos marca los retos pendientes.

Pero también dio lugar a una intensa
experiencia de innovación pedagógica de emergencia que ahora hay que asentar

Hemos de señalar, a pesar de las dificultades, que durante estos meses hemos asistido a una de las etapas de innovación educativa con mayor valor añadido de la historia educativa. Una situación absolutamente nueva, un reto global, por la necesidad de ofrecer una respuesta rápida a situaciones de emergencia. Se han ensayado fórmulas excepcionales para abordar una situación sobre la que jamás se especuló: qué pasa si la escuela cierra. La crisis ha evidenciado nuestras capacidades educativas: un sistema de innovación educativa articulado en torno a la recopilación de experiencias, pero lejos de un proceso sistemático y organizado; y una brecha digital –de acceso, de uso y de centros– que evidencia las desigualdades educativas existentes. Es pues necesario transitar de una innovación de emergencia a una innovación estratégica que se debe definir por dos frentes prioritarios de actuación: la lucha contra la desigualdad y la apuesta por la equidad; y la digitalización entendida como proceso de transformación del sistema educativo en su globalidad. Tras el interesante debate que la semana pasada realizamos en Caixa Forum, organizado por Agenda Pública, sobre el impacto social de la covid, dos conclusiones se pueden destacar: los nuevos desafíos exigen nuevas soluciones acordadas y consensuadas, y la innovación se revela como una herramienta fundamental en este nuevo, incierto y complejo escenario.

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