Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Las élites reajustan el Estado

Opinión
'Las élites reajustan el Estado'
Leonarte

Deja un regusto amargo el último libro del hispanista Paul Preston, ‘Un pueblo traicionado’ (2019), que se condensa en la cita de Ortega y Gasset con la que arranca: "Ningún poder nacional ha pensado más que en sí mismo"

Al repasar los 140 últimos años de la historia de España, llega a la conclusión de que el desprecio hacia el bien común ha sido una constante entre las élites, ya sean políticas, empresariales, financieras, militares o eclesiásticas. Cierta continuidad de esta tendencia histórica se percibe en el reajuste del Estado que quieren llevar a cabo algunas ‘élites extractivas’. En este contexto hay que analizar la evolución del ‘procés’ en Cataluña y las próximas elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid.

Los comicios de Madrid son bastante más que unas elecciones regionales, y no solo por lo que representan en la recomposición de la derecha. Siguiendo la terminología de los historiadores Renouvin y Duroselle, hay que discernir entre los hechos y las fuerzas profundas que los motivan. Las ‘fuerzas profundas’ que laten en las urnas madrileñas son, siguiendo el modelo de los dos profesores, geográficas (la pugna entre fuerzas centrífugas y centrípetas en la configuración del Estado, el choque entre el centro y la periferia), económicas (la atracción de riqueza y empresas, la competencia fiscal entre comunidades) y de mentalidad (las cuestiones identitarias y las denominadas ‘guerras culturales’).

Un Estado es un campo de fuerzas fluidas que negocian y chocan produciendo
equilibrios inestables

Han sido las élites de Cataluña las primeras que han exigido un nuevo reparto del poder en España poniendo fin al ‘consenso del 78’. A partir de 2012, comienza "una maniobra de gran envergadura del grupo dirigente catalán de raíz pujolista para atravesar las turbulencias y desgaste de la crisis económica de 2008", según la acertada interpretación del analista Enric Juliana. Las élites catalanas pactaron la Constitución de 1978 con el mismo entusiasmo con el que últimamente han animado la secesión. ¿Qué han buscado siempre? Sencillamente, alcanzar poder y riqueza. Lo ha dicho repetidamente el lúcido escritor Javier Cercas: "Lo que sucede en Cataluña no es cuestión de lenguas, sino de poder".

Ahora son las élites madrileñas las que se quieren hacer oír, plantan cara al Gobierno central y buscan un reacomodo. Su altavoz es Isabel Díaz Ayuso, que lo proclama en público, sin complejos. Se trata de un reajuste del Estado que responde a la explicación que el director de la Real Academia Española, el jurista Santiago Muñoz Machado, dio en su ensayo ‘Informe sobre España. Repensar el Estado o destruirlo’ (2013) sobre por qué perduran algunas constituciones como la española de 1978: "La clase política y las élites sociales han conseguido trenzar sus intereses de modo que las ventajas de la estabilidad y el parasitismo sobre las instituciones públicas se repartan de un modo equilibrado entre ellos o, en su caso, procurando una razonable rotación en el disfrute de prebendas".

Las élites catalanas han querido romper el ‘consenso del 78’, pero otras, como las madrileñas, también se movilizan

Durante tres siglos, las élites de Madrid, procedentes del alto funcionariado y de las fuerzas económicas que se desarrollan bajo el paraguas del Estado, han pactado con otras élites relevantes, sobre todo las burguesías vasca y catalana. El último pacto fue el de la Carta Magna de 1978. El Estado de las autonomías satisfacía a todos los actores, aunque el PNV se inclinó finalmente por la abstención en el referéndum a pesar de que para lograr su adhesión se aceptó la disposición adicional primera, según la cual "la Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales". Este pacto fue torpedeado hace una década cuando las élites catalanas se subieron al carro del radicalismo y alentaron la secesión para aumentar su poder. Chocaron con el Estado y la voluntad recentralizadora del Gobierno de Rajoy. Ahora, en un movimiento pendular, son las élites matritenses las que hacen frente al espíritu federalizante del Ejecutivo de Pedro Sánchez, que, además, depende de partidos abiertamente rupturistas (ERC, Junts o Bildu).

Las élites capitalinas, que siempre han disfrutado de abundantes prebendas, también se movilizan y por eso amparan en su Comunidad lo que José Antonio Zarzalejos ha descrito como "un proceso de integración de clases medias cada vez más conscientes de sus intereses y de los modelos sociales que desean". Si las élites vascas y catalanas quieren ventajas, las madrileñas no quieren ser menos. Perdemos todos los ciudadanos españoles.

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