Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Progreso decadente

Fachada del Cinema Elíseos de Zaragoza.
Fachada del Cinema Elíseos de Zaragoza.
Aránzazu Navarro

Es ético pagar a gente para probar nuevos medicamentos peligrosos? ¿Deberíamos permitir que las empresas compren el derecho a contaminar el medio ambiente? ¿Y contratar mercenarios que luchen por nosotros? En el libro ‘Lo que el dinero no puede comprar’, Michael J. Sandel plantea estas preguntas y otra fundamental: ¿Hay algo malo en que todo esté a la venta?

El filósofo argumenta que hemos pasado de tener una economía de mercado a ser una sociedad de mercado porque los valores mercantiles han expulsado a las demás normas en casi todos los aspectos de la vida: educación, medicina, gobierno, arte, deporte, incluso la vida familiar y las relaciones personales.

Por ejemplo, el histórico cine Elíseos de Zaragoza se va a convertir en un McDonalds. Desde la lógica comercial, es comprensible que se le dé un uso porque llevaba varios años cerrado. Pero, ¿qué ocurre con la cultura, con el séptimo arte, con la arquitectura y el diseño? Cuesta creer que no haya otro remedio que sacrificarlo. Alguien debería hacer algo para mantener a salvo el microclima intelectual de esta ciudad. Aunque la Consejería de Cultura no mueve ficha, podría hacerlo la de Medio Ambiente o la Vicealcaldía de Proyección Exterior. No se debería enterrar el pasado bajo una montaña de hamburguesas. Nuestra historia nos define. 

Yo mismo he heredado de mis padres una máquina de escribir, un cuadro de la Última Cena y un manojo de cartas, y como no me caben en casa los he guardado en un trastero de alquiler muy barato. Lo hago para no olvidar de dónde vengo. Puedo darles las señas.

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