Por
  • Luisa Miñana

Sender

Saúl Blasco y Joaquín Murillo en 'Réquiem por un campesino español'.
'Sender'
Che y Moche

La compañía Che y Moche representó en el Teatro Principal de Zaragoza, durante el pasado fin de semana, la adaptación escénica de la novela ‘Réquiem por un campesino español’, de Ramón J. Sender, una obra ya clásica de la literatura española. La función es excelente en todos los aspectos: la versión dramática del texto narrativo original, la bellísima, sobria y simbólica escenografía, el muy destacable trabajo actoral. El resultado es una representación que utiliza con inteligencia y medida recursos técnicos estrictamente coetáneos para recuperar y comunicar hechos depositados en la memoria colectiva, en la misma línea de verdad y contención literaria que aplicara al tema el propio Sender, de quien en febrero se cumplieron 120 años de su nacimiento en Chalamera.

Hoy, 5 de marzo, es festivo en la ciudad de Zaragoza. Las fiestas ciudadanas, al igual que el teatro, son formas de sociabilización humanas, ligadas a una ritualización de los gestos y representación de la memoria. Ese es el verdadero sentido de la fiesta, aunque hoy en día hayamos sustituido la fuerza sustentadora del mito, que nos interpela directamente, por la anestesia de la huida permanente o el falso salvavidas de la ignorancia. Si no hubiéramos tirado a la papelera el latín, sabríamos que el verbo representar hunde su sentido en formas que, sucesivamente desnudadas de prefijos, conducen hasta al infinitivo esse (ser): quizás el único territorio que tengamos, y para cuyo cuidado necesitamos de la memoria. Insisto.

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