Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

La ‘serieficación’ de la política

Opinión
'La ‘serieficación’ de la política'
Krisis'21

Nuestra imaginación, forjada en el yunque visual del cine, tiende a representar los principales episodios del pasado según una falsa ‘memoria histórica’ que suele ser producto de las películas que hemos visto. Así lo apuntaba el profesor Guillermo Fatás, en su lección magistral de investidura como doctor honoris causa de la Universidad San Jorge, al analizar el célebre discurso de Marco Antonio tras el asesinato de César. La potencia dramática de la escena es extraordinaria, pero en realidad es falsa. El magnicidio más famoso de la Antigüedad está asociado irremediablemente a la película de Mankiewicz, en la que Marlon Brando declama el deslumbrante discurso escrito por… Shakespeare.

Es un caso más de cómo los fabricantes de ‘recuerdos manipulados’ triunfan con frecuencia frente al trabajo científico de los historiadores. Así ha sido a través de la literatura, el teatro o el cine. Ahí están el ‘Poema de Gilgamesh’, la ‘Biblia’ o la película ‘Troya’, por la que media humanidad le pone el rostro de Brad Pitt al héroe Aquiles. Ahora la ficción recrea la realidad a través de las series. Tal es así que hasta el Gobierno de Reino Unido ha llegado a exigir a Netflix que deje claro al principio de cada capítulo que ‘The Crown’ es ficción. La serie sobre los Windsor no deja nada bien a la familia real británica, que aparece como hipócrita y anacrónica. El Ejecutivo británico cree que sin el aviso "una generación de espectadores que no ha vivido esos eventos puede erróneamente confundir ficción con realidad".

En la interrelación ficción/realidad, las series contribuyen a construir nuestra percepción del mundo desde la invención más o menos verosímil, como otrora lo hicieron los relatos de Homero, Cervantes o Dickens. De hecho, las poderosas plataformas (Netflix, Amazon Prime, Apple TV, Disney+, HBO…) han creado un lenguaje que, junto al futbolístico, comparten hoy millones de personas. Por ello, algunos políticos de nuevo cuño recurren con frecuencia a las series para transmitir sus mensajes ante el agotamiento del lenguaje político (Dominique Moïsi).

El último ciclo electoral ha evidenciado que la nueva política española gira en torno
a la televisión (para los mayores), las redes sociales (para los jóvenes) y
las series (para todos)

Varios estudios científicos han demostrado que, cuando el lenguaje resulta sencillo, los ciudadanos experimentan una mayor accesibilidad e interés por la política. Así, las series proporcionan referencias simples que algunos partidos aprovechan para trasladar sus ideas a los ciudadanos. El uso de estas referencias simplifica la realidad, la hace más comprensible, pero también permite crear potentes y duraderas imágenes. No solo perdura Brad Pitt-Aquiles o Al Pacino como líder de una banda de cazadores de nazis en ‘Hunters’ (Amazon Prime Video), también perviven los valores, principios y, sobre todo, los significados asociados a la recreación de una realidad que, progresivamente, pierde su condición de ficción debido a la creciente familiaridad que despierta en los espectadores/ciudadanos.

Este creciente hábito social explica que una de las tendencias que se ha impuesto en la política del siglo XXI es la narración de historias (‘storytelling’) como medio para hacer campaña o inculcar un sistema de principios. Por la influencia del márquetin, algunos políticos han redescubierto el poder del pensamiento narrativo para constituir una realidad. Además, ¿qué mejor que la espectacularidad de las series para reflejar la actual espectacularización de la política (Lipovetsky)? A la hora de narrar valores, enmarcar problemas o crear subjetividades políticas, los formatos de la cultura popular son perfectos para una audiencia que construye su identidad mediante la interacción con relatos de ficción: series, películas, memes, videojuegos…

Estamos ante la ‘serieficación’ política

En este contexto y ante la falta de programa para mejorar la realidad, los candidatos recurren a una burda instrumentalización de las emociones a través de la ficción. El problema es qué ocurre cuando las ‘licencias artísticas’ sustituyen a los hechos. El auge de la videopolítica (Sartori) y la ‘Netflixicación’ de la política (Sánchez Medero) lleva a la ciudadanía a ver gigantes (los asuntos polarizadores que abanderan los partidos populistas) donde solo hay molinos. Así no identificamos los auténticos desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad.

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