Por
  • Alberto Jiménez Schuhmacher

Con las armas de la investigación

Opinión
'Con las armas de la investigación'
Pixabay

Año 6 de la década D de la Guerra contra el cáncer

Nixon declaró la Guerra al Cáncer en 1971 con el objetivo de acabar con él al final de la década. Pretendía emular a Kennedy y su promesa cumplida de poner a un hombre en la luna al final de la década anterior. Pero subir a la luna fue fácil. Hicieron falta mucho esfuerzo, recursos y talento, pero se disponía de gran parte del conocimiento necesario para conseguirlo. La física, las matemáticas, la ingeniería, los materiales… se conocían al menos en gran parte. Incluso la informática. ¡No hizo falta internet para ir a la luna y sí para curar muchos cánceres!

Debemos entender que el cáncer, solo mirando al microscopio, son más de 200 enfermedades. Los cánceres, en esencia, son células que se dividen de forma descontrolada porque se han dañado, entre otros, algunos genes que controlan la división celular. Los cánceres son enfermedades de nuestros genes y no pudimos “leerlos” todos a la vez, tener un genoma completo, hasta el año 2001. Hubo que invertir más de 15 años y 3.000 millones de dólares. Hoy se lee un genoma en una noche por unos cientos de euros y la tecnología de secuenciación es tan sensible que permite detectar ADN liberado por un tumor en la sangre, lo que conocemos como biopsia líquida.

Desde hace unos años sentimos que hemos llegado a un punto de inflexión en esta guerra que libramos desde los laboratorios y que por fin podemos plantar cara y comenzar a ganar batallas. Tumor a tumor. Desde los años 70 se ha construido un gran edificio de conocimiento y de tecnología que hace que vivamos en la década decisiva, en la “Década D” de la Guerra contra el Cáncer. Y pese a que lo mejor está por llegar, se ha alcanzado una supervivencia global que ronda el 60%.

Se cuenta que en muchas guerras morían más soldados por infecciones que por balas. La penicilina fue un arma en la II GGMM. Fleming, durante su discurso de recepción del Premio Nobel por su descubrimiento en 1928, recordó como la penicilina pudo producirse y concentrarse a niveles que él no había podido soñar gracias a Chain y Florey en 1940. Estando en medio de la gran guerra, cuando la economía estaba suspendida y la producción continuaba independientemente del coste, se construyeron “fábricas de penicilina”.

La pandemia nos enseña que tenemos que colocar la investigación biomédica entre las prioridades de nuestra sociedad

La Guerra contra el Cáncer se ha visto afectada por la Covid-19. Durante el pasado año se han diagnosticado un 21% menos de nuevos casos de cáncer con respecto al 2019. Esto no se debe al descubrimiento de un nuevo método de diagnóstico, al efecto de grandes programas de cribado o al endurecimiento necesario de una ley antitabaco que ya no es tan eficaz. La “covidificación” de la sanidad durante la pandemia ha hecho que haya retrasos en los diagnósticos, dificultades en el acceso al sistema sanitario y afecciones en los programas de cribado de cáncer que, lamentablemente, redundarán en un mayor impacto del cáncer y su agresividad en los años venideros.

La investigación oncológica española también se ha visto muy afectada. Aún siendo la tasa de mortalidad del cáncer de 297,8 fallecidos cada 100.000 habitantes, los laboratorios se cerraron por no ser considerados una actividad esencial durante el confinamiento. Dos meses cerrados no se recuperan trabajando intensamente dos o tres meses más. Muchos proyectos se habrán perdido o retrasado años y, a día de hoy, la actividad no se ha recuperado al 100% en muchos laboratorios. Y los costes se han disparado.

Los ensayos clínicos frente al cáncer se vieron afectados a nivel global. Pese a todo, este año, se han aprobado 21 nuevos medicamentos oncológicos, incluso para cánceres difíciles de tratar el cáncer de mama triple negativo. Se han aprobado los primeros test de secuenciación NGS (la próxima generación de biopsia líquida) y continúan los avances en terapias celulares CAR.

Mary Lasker, activista y filántropa americana decía “Si crees que es cara la investigación, prueba la enfermedad”. Hemos probado una enfermedad y finalmente, como sociedad, hemos descubierto la importancia de la investigación. Un esfuerzo sin precedentes de colaboración y difusión científica ha propiciado unos enormes avances en la investigación biomédica, que han culminado con la autorización de tres vacunas contra la Covid-19 en menos de un año. La investigación es transversal y muchos descubrimientos producidos estudiando la Covid-19 impactarán también la investigación del cáncer como en su día la penicilina impactó en otras áreas de la medicina, por ejemplo, la cirugía o los trasplantes. La ciencia nos va a salvar de la Covid-19. ¿Salvará la Covid-19 a la ciencia española?

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