La vacuna del general

Sería lógico vacunar a los altos cargos del Estado.
Sería lógico vacunar a los altos cargos del Estado.
Quique García / Efe

Como sabemos, aunque no debería ser así, los políticos toman decisiones muchas veces pensando antes en el efecto que lo que deciden tendrá en su propia imagen que en la eficacia real de las medidas que están adoptando. Seguramente por eso, cuando elaboraron ese listado de grupos de población prioritarios para recibir la vacuna ninguno se atrevió a incluir en él a los altos cargos que tienen la responsabilidad de dirigir el país. Pensarían que la gente lo iba a ver como un privilegio más que se concedían a sí mismos.

Y sin embargo eso no solo era lo más lógico, sino que resultaba obligado. A estas alturas, ya tendrían que estar vacunados contra la covid el Rey, el presidente del Gobierno, los vicepresidentes, los ministros y algunas otras autoridades y altos funcionarios, civiles o militares, de la Administración del Estado. No serían muchas personas, quizás, contando con las autonomías, unos cientos de personas. Y no se trata de ninguna prebenda, sino de asegurar en lo posible el funcionamiento de la maquinaria estatal y administrativa evitando, puesto que ahora puede hacerse, que quienes la dirigen caigan enfermos.

No se tuvo el coraje de hacer y regular esa previsión, y ahora hemos caído, por un lado, en el bochorno de que haya concejales de pueblo que se crean indispensables y con derecho a inyección prioritaria, mientras, por otro, se fuerza a dimitir sin motivo al jefe del Estado Mayor de la Defensa, cuya vacunación, dadas sus responsabilidades, debería haber sido absolutamente normal. Un desastre. Otro más.

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