Se consuma el ‘brexit’
La consumación de la salida del Reino Unido del espacio económico europeo es una mala noticia para las dos partes, aunque especialmente para los británicos, pues supone crear obstáculos al comercio y a la movilidad de los ciudadanos. El Reino Unido abandona la estrecha integración que tenía con sus principales aliados y socios comerciales siguiendo el señuelo de una mayor independencia que, en un mundo globalizado, resultará muy difícil hacer realidad.
El ‘brexit’ ha ofrecido un buen ejemplo de los peligros de una política populista que ha llevado a una decisión que perjudica objetivamente a los ciudadanos. Con la salida del Reino Unido, la Unión Europea pierde peso demográfico y económico, y se queda sin el factor de equilibrio que el liberalismo británico representaba a veces frente a tendencias más estatistas. Pero el daño principal se lo infligen a sí mismos los propios británicos. Aunque el acuerdo entre Bruselas y Londres evita lo peor -la imposición de aranceles y cuotas comerciales-, el ‘brexit’ crea obstáculos al comercio y al libre movimiento de personas entre el Reino Unido y los países que siguen siendo sus principales socios. Y deja en la incertidumbre al sector de los servicios financieros, fundamental para la economía de las islas. Y habrá que ver cuándo y cómo se obtienen, si es que se obtienen, los supuestos beneficios que los partidarios del ‘brexit’ prometieron.
En cuanto a Gibraltar, supone un alivio que a última hora se haya evitado que surgiesen controles fronterizos y aduaneros entre el Peñón y el Campo de Gibraltar, y la parte británica ha tenido que aceptar en cambio que esos controles se establezcan entre el Reino Unido y la colonia. Sin embargo, y a falta de mayores explicaciones, parece que el Gobierno español no ha sabido aprovechar la debilidad de la posición gibraltareña para avanzar en el asunto principal, la recuperación de la soberanía sobre el Peñón. Es una oportunidad perdida.
