Por
  • Nacho de Blas

El coronavirus que nos fastidia las Navidades

Opinión
'El coronavirus que nos fastidia las Navidades'
Pixabay

Se acercan las Navidades, y puede que sean las más tristes de los últimos años para la mayoría de los españoles. El curso de la epidemia de covid-19 está evolucionando de forma positiva en las últimas semanas tras un importante rebrote a finales de octubre, pero controlarlo nos ha costado casi dos meses. Y se ha logrado con mucho esfuerzo: cierres perimetrales de las capitales y también a nivel provincial y regional, toques de queda, cierre adelantado de muchos comercios y prohibición de consumir en el interior de bares y restaurantes. Quiero destacar que ese esfuerzo es asimétrico, es decir, estas medidas están penalizando más a unos que a otros. No es lo mismo no poder ir a comprar a las 9 de la noche, que no poder abrir tu restaurante al público y ver cómo las facturas se acumulan y el futuro se vuelve cada vez más negro.

La bajada de la incidencia todavía debe ser mayor, aunque de momento ha sido suficiente para reducir la ocupación hospitalaria, especialmente de las UCI. Es pronto para cantar victoria, y tenemos que tener presente la amenaza de una ola post-navideña (la tercera o la cuarta, ya he perdido la cuenta).

Keith Howe parafraseaba el inicio de un artículo suyo publicado en 2013 en ‘Epidemiology & Infection’ diciendo que "la salud humana es un problema económico con implicaciones médicas, no un problema médico con implicaciones económicas, porque afecta al bienestar de las personas". Y precisamente la falsa disyuntiva entre economía y salud ha llevado a las autoridades a proponer una cierta relajación de las medidas de control, empezando por cancelar el cierre perimetral de las capitales aragonesas lo que favorecerá una mayor movilidad de la población con el riesgo que conlleva.

Pero lo que más me preocupa es la ampliación de las reuniones familiares a 10 personas para celebrar las cenas de Nochevieja y Nochebuena (y la consiguiente ampliación del toque de queda a la 1.30) y las comidas de Navidad y Año Nuevo. Estas celebraciones se van a celebrar en el ámbito doméstico (de momento el interior de los restaurantes sigue cerrado), por lo que deberíamos ser conscientes del riesgo que estamos asumiendo ya que gran parte de los contagios del coronavirus se producen en el ámbito familiar. Que se autoricen grupos de 10 personas no indica que sea obligatorio cubrir ese cupo (hasta hace unos días estábamos haciendo planes para 6 personas).

Lo prudente es celebrar estas fiestas solo con los convivientes, pero entiendo que, tras estos duros meses, las familias quieran juntarse. En ese caso mi consejo es reducir ese número al mínimo posible y preferentemente juntándose solo dos grupos de convivientes. También es deseable que en esas reuniones se repitan siempre las mismas personas y no ir cambiando en cada celebración. Hoy con los padres, mañana con los suegros y dentro de una semana con los cuñados no es una buena idea.

También hay que ser consciente de que no es realista la propuesta de celebrar cenas y comidas al aire libre en estas fechas, así que la alternativa obligada es ventilar adecuadamente las habitaciones de casa. Se recomienda mantener las ventanas abiertas unos pocos centímetros, y mantener encendido el extractor de humos de la cocina podría ayudar un poco. Y aunque a estas alturas parezca un poco redundante, el uso de la mascarilla es fundamental. Por favor, usadla durante el máximo tiempo posible, especialmente durante los preparativos y en la sobremesa. Y si en el Pilar ya dije que se podían cantar jotas con mascarilla, adapto mi consejo: cantemos los villancicos con mascarilla.

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