La Navidad y las burbujas

Hoy en día, aunque los más afamados sigan siendo los de San Sadurní, se produce cava en muchas comarcas de nuestro país. Y, desde luego, hay bodegas aragonesas que lo hacen muy bueno. El caso es que las burbujas brillantes del cava han llegado a ser en Navidad uno de los símbolos de la fiesta y de la alegría. Pero, ay, este año, aun antes de que comencemos a descorchar botellas del dorado elixir, otras burbujas les han robado el protagonismo, las que epidemiólogos y compañía han dado en llamar ‘burbujas de convivencia’. Una burbuja de convivencia la formamos quienes vivimos juntos; así que equivale a un hogar o, más o menos, a lo que antes se llamaba la ‘familia nuclear’. Y las autoridades sanitarias nos recomiendan encarecidamente que estas fiestas no nos juntemos, en comidas, cenas y jolgorios, muchas familias nucleares para no dar facilidades a la extensión del virus.

Así que nos tocan unas Navidades con pocas burbujas... al menos de las de convivencia, porque afortunadamente las otras, las de siempre, las del cava o el champán siguen siendo libres e inocentes.

Las reglas restrictivas sobre las celebraciones navideñas van a resultar frustrantes para muchas familias, pero hay que atenerse a ellas, porque si no ya sabemos por experiencia lo que vendrá después. Si esos inconvenientes fueran el peor castigo que nos hubiese traído el virus podríamos considerarnos afortunados. Además, siempre nos quedará la alegría del cava y sus burbujas. Y bien se pude brindar en la distancia.