El comercio aragonés afronta la próxima campaña de Navidad con la dura expectativa de que las ventas puedan caer en torno a un 30%. De cualquier modo, todo está sometido a una gran incertidumbre porque los datos finales dependerán de la intensidad de las restricciones que impongan las autoridades para hacer frente a la pandemia y de la actitud de los consumidores. La crisis de la covid-19 ha traído cambios que en alguna medida pueden ser duraderos, desde el comercio ‘online’ al teletrabajo. No obstante, un activo comercio de proximidad seguirá siendo siempre un factor esencial para la vitalidad de nuestras ciudades.

En los países occidentales, el consumo privado suele suponer dos tercios del PIB y es la variable determinante para explicar los ciclos económicos. El consumo lo determina la renta disponible de las familias y su tasa de ahorro. La renta disponible es principalmente empleo y salarios y el ahorro lo determinan las expectativas. Cuando los consumidores temen perder su empleo, aumentan su ahorro por precaución y reducen su consumo. Esta es la clave que explica la caída en las previsiones del comercio aragonés para la campaña navideña que está ya muy próxima.

Las semanas de confinamiento tuvieron un impacto muy duro en el comercio minorista. Ahora hay que evitar o al menos aliviar el mazazo que pueden suponer las nuevas restricciones provocadas por la lucha contra la pandemia. Campañas como las de iluminación navideña y otras de promoción lanzadas por las instituciones están bien encaminadas. Y como ciudadanos, debemos ser conscientes de que la pandemia pasará; y que de nuestra actitud como consumidores dependerá en buena medida que las ciudades en las que vivimos sigan disfrutando del dinamismo y la variedad que aporta una densa red de tiendas y comercios.