Por
  • Carmen Magallón

Juventud

Opinión
'Juventud'
Pixabay

La juventud, ese divino tesoro que se va para no volver, está en el punto de mira por cómo algunos de sus comportamientos incrementan los contagios de covid. Convengamos no obstante que no se puede generalizar y que, como en cualquier segmento de población, también en los jóvenes se da una diversidad de actitudes. Ha emergido una nueva discriminación relacionada con la edad, el edadismo, que separa y empuja a vivir en guetos, una verdadera pérdida. Pienso que es en la mezcla generacional donde fructifica la experiencia humana, por eso importan los discursos que lanzamos unos de otros.

El profesorado conoce el efecto Pigmalión, sobre cómo las expectativas proyectadas en un alumno influyen en su evolución. Si se transmite confianza en su capacidad, mejoran sus resultados. Glosando este efecto a nivel social, me pregunto qué tipo de valores y esperanzas depositan los discursos mediáticos en la juventud y cómo calan en las mentes y comportamientos. ¿Son valorados por algo más que su piel tersa y disponibilidad para el disfrute? ¿Transmitimos que no son superfluos, que, para tantas causas, presentes y futuras, son imprescindibles? Ellos y ellas tienen capacidad de liderazgo, energía para organizar movimientos sociales, albergar ideales de mejora social, actuar, transformar. No los veamos solo como seres que van de juerga sin respetar normas. Si se saltan los límites, por supuesto, han de afrontar las consecuencias. Pero, sobre todo, tratemos de decir bien alto cómo los necesitamos.

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