Por
  • Jorge Sanz Barajas

El Bosque Sonoro

Ambiente en el último concierto de El Bosque Sonoro en Mozota
Ambiente en el último concierto de El Bosque Sonoro en Mozota
(@Santa Mónica Films

El profe Perplejo pensaba esta mañana ante su café por qué pensamos siempre en lo que no se puede hacer, por qué ponemos tanta energía en las limitaciones. Y es que, en el fondo, nos gusta sentirnos condicionados. Es cómodo y enmascara nuestra pereza. El aire que respira el soliviantado es el desaire. Y es que nadie se atreve a exigirle nada al enojado. A la contra se vive mejor, se trabaja menos y se puede gritar más fuerte. Pero ¿y si empezáramos el día pensando en lo que podemos hacer, para variar?

Me explico: las hijas del profe Perplejo fueron al festival ‘El Bosque Sonoro’ hace unos días. Se podía ir, sí. Hay actividad cultural que pelea cada día por su visibilidad. En Mozota, la gente se cansó de escribir en futuro ‘Todo saldrá bien’ y salió. Bastaron unas cuerdas, palés y viejos postes de teléfono para rescatar el puente que unía el pueblo con la arboleda junto al Huerva; hubo quien desbrozó los zarzales, quien despedregó la campa, quien clavó y desclavó el material, quien hizo viajes con su camión, quien contrató el catering, quien midió las distancias de seguridad entre las mesas… Tocaron Artistas del Gremio, Coque Malla, Stay Homas… Ochocientas personas por sesión ¿Objetivo? Mantener vivo el pueblo en que uno vive. ¿Rentabilidad? Suficiente. ¿Seguridad y comodidad? Absoluta. ¿Se puede o no se puede? En Mozota pusieron el acento en lo posible. Premien la creatividad cultural con sus entradas. Son aire y van al aire que respiramos.

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