Días de responsabilidad
En circunstancias normales, la lectura del pregón y la entrega de las distinciones municipales marcarían mañana el inicio de una nueva edición de las Fiestas del Pilar, siempre con vocación de que Zaragoza muestre su empuje como una urbe moderna, abierta y acogedora. Sin embargo, la pandemia ha obligado este año a suspender las celebraciones. La situación epidemiológica en Aragón, y concretamente en Zaragoza, es comprometida. Esta última semana, la Comunidad ha registrado 57 muertes, la cifra más elevada del último mes. Llegan días donde los ciudadanos deben demostrar su civismo y su empatía con los demás.
Las fiestas por excelencia de la capital aragonesa, que cada mes de octubre atraen a decenas de miles de personas, se han suspendido este año para evitar nuevos contagios por coronavirus. El personal sanitario está asustado ante la perspectiva de que el puente laboral y escolar que hoy comienza pueda ser la antesala de una oleada epidémica. La población debe resignarse con sentido cívico a ver desierta mañana la plaza del Pilar, cuando en circunstancias normales hubiera estado rebosante de gente para escuchar el pregón. No caben fiestas públicas ni privadas. Una vez más, Zaragoza y sus habitantes deben ser un referente por hacer las cosas bien.
Es lógico que los zaragozanos intenten llenar con algunos gestos simbólicos el gran vacío que les produce no celebrar el festejo. Pero igual de sensato es que actúen con la máxima responsabilidad para que también en las celebraciones privadas se mantengan el distanciamiento físico y otras medidas de autoprotección para evitar contagios. Todos debemos ser conscientes de los peligros que entrañan las actitudes irresponsables tanto para nosotros y los nuestros, como para toda la ciudad, pues de la salud de los ciudadanos depende la salud de la economía de Zaragoza.
