Una Zaragoza provinciana

Acción de protesta de trabajadores de la cultura en Zaragoza por la falta de atención en la crisis actual del coronavirus
Acción de protesta de trabajadores de la cultura en Zaragoza por la falta de atención en la crisis actual del coronavirus
José Miguel Marco

Zaragoza, a finales de la década pasada, casi sin esperar a que terminara la Expo, anticipando el desastre generalizado que se cernía sobre Occidente, comenzó un proceso de vaciamiento intelectual y creativo que no se ha detenido. Entre los que tuvieron que hacer las maletas, los que optaron por refugiarse a ver si capeaba el temporal y ya no han salido de sus cuevas, o los que acabaron vencidos por la crisis, ha perdido a algunos de los suyos más originales, formados y valiosos; artistas plásticos, músicos, actores, cineastas, arquitectos, escritores, diseñadores…, entre ellos abundantes jóvenes, con toda su capacidad transformadora. La vida cultural se ha ido apagando y, sí, se caracteriza ahora por un provincianismo impropio de esta ciudad que tantos destellos de genialidad ha alumbrado, tan barroca, desprejuiciada, divertida y diversa en tiempos recientes .

No ayudan a recobrar el pulso la escasez de empuje privado ni la atonía de los propios ciudadanos. Ni, desde luego, las desaparecidas administraciones públicas –DGA, Ayuntamiento, Diputación–, que en este campo tienen una de sus primeras responsabilidades. Pasar revista a cómo estas se han comportado en los últimos meses, cuando el débil entramado superviviente se enfrenta a un nuevo abismo y tan necesarios son los asideros culturales para los individuos y las colectividades, es desmoralizador. Ni una iniciativa radical, verdaderamente nueva, provechosa; ninguna movilización extraordinaria de ideas y recursos.

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