Repartidores de las principales compañías de envíos a domicilio.
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Aránzanzu Navarro

Como cualquiera sabe, la divisa ‘libertad, igualdad y fraternidad’ procede de la Revolución Francesa y es uno de los emblemas, no sólo de la República Francesa, sino de todos los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo. Por la libertad y la fraternidad se ha luchado mucho sin duda a lo largo de la historia, pero por la verdadera igualdad tal vez no tanto. Todos decimos defender la igualdad, pero en realidad sólo creemos en la igualdad… de oportunidades. Luego, los grandes profesionales o los más altos cargos de la Administración, por muy de izquierdas que sean, entienden y aceptan que ellos deben cobrar cinco o diez veces más que un cajero de supermercado. "Que hubieran estudiado tanto como yo", piensan, aunque no lo digan. Y como todos tendemos a relacionarnos con los de nuestra clase o condición (pues como le gustaba repetir a Baroja con aquella cancioncilla francesa: "Cuando un vizconde / encuentra a otro vizconde / todo lo que se cuentan / son cosas de vizcondes"), nos retroalimentamos con nuestros problemas y no vemos los de los demás. Estos días deberíamos pensar más en la igualdad, salir de nuestro entorno y darnos cuenta de la importancia de tantas profesiones que no valoramos lo suficiente: cuidadores de ancianos, empleados de supermercados, repartidores, encargados de recoger la basura, mancebos de botica… Todos nos son hoy más necesarios que nunca y, sin embargo, sus salarios siguen siendo muy bajos. Pensemos en ellos y valorémoslos no solo ahora sino también cuando acabe la pandemia. En nombre de la igualdad.

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