Tensión política
Pedro Sánchez pide una «desescalada en la tensión política» cuando España está a punto de completar un mes de confinamiento de la población. Tras una videoconferencia con los presidentes autonómicos en la que recibió duras críticas de los barones del PP y de los nacionalistas, ayer instó a todos a sumarse a un pacto de «reconstrucción nacional», que valdría con denominar de ‘reactivación económica’ sin abusar del vocabulario bélico. El presidente del Gobierno tiene que dar algo a cambio de esta desescalada política, empezando por muchas más dosis de autocrítica, claridad de ideas, interlocución con la oposición y voluntad real de favorecer la unidad.
El jefe del Ejecutivo vuelve a defender su gestión de la crisis del coronavirus después de hacer frente a un alud de quejas y críticas de presidentes autonómicos, sobre todo del catalán Joaquim Torra, del vasco Iñigo Urkullu y de presidentes autonómicos del PP, como el gallego Alberto Núñez Feijóo o el andaluz Juanma Moreno. Los líderes regionales ya están pensando en cómo saldrán parados políticamente de esta crisis y empiezan a tomar distancias de la Moncloa para lavar su imagen por los errores cometidos. No obstante, la lealtad institucional, ahora más que nunca, es imprescindible.
Pedro Sánchez lleva ya varios días reclamando unos nuevos Pactos de la Moncloa, pero sigue sin poner la parte que a él lo toca, empezando por forjar un entendimiento con los partidos constitucionalistas de la oposición, que son precisamente los que le están apoyando para prorrogar el estado de alarma. A él le toca sentar las bases del acuerdo con mucha más coordinación y generosidad con quienes quiere pactar, y controlando a relevantes miembros de su partido que minan con sus declaraciones el posible diálogo. El sacrificio de los ciudadanos debe ser correspondido con una gestión eficaz y con un liderazgo político que sepa aglutinar las fortalezas del país.
