La revolución de la movilidad a pilas ya está aquí y Aragón se suma a ella con rapidez al empezar a producir en serie el Corsa eléctrico tras una histórica transformación de la fábrica de Opel en Figueruelas. De hecho, PSA (el actual grupo propietario de Opel) ha materializado en la adaptación de la planta gran parte de la inversión de 250 millones prevista para el periodo 2018-2021. Es una magnífica ocasión para que el sector automotriz aragonés también se adapte a los nuevos tiempos.

Todas las marcas automovilísticas están realizando un esfuerzo extraordinario para fabricar y vender vehículos que emitan menos dióxido de carbono. El objetivo es evitar las sanciones previstas por la Unión Europea para los más contaminantes. Con su plataforma multienergía, que ha implantado en la cadena de montaje de su fábrica de Zaragoza, en la que actualmente se está negociando una reducción de plantilla, PSA se blinda ante la obligación de responder al creciente mercado de vehículos eléctricos. Es, de cualquier modo, un momento de transición porque todavía son coches caros frente a los impulsados por motores de gasolina y diésel. Los fabricantes deberán incrementar la producción de eléctricos para reducir los costes hasta el punto de igualarlos a los de los vehículos con motor térmico. Además, se necesitan baterías de menos precio y medidas administrativas, quizás de corte fiscal, para animar la compra. La progresiva llegada de coches eléctricos al mercado va a revolucionar al sector no solo de los fabricantes, sino también al de los productores de componentes. España, con 17 plantas de montaje de vehículos, ha configurado una robusta red de empresas que aportan las piezas necesarias que luego las fábricas ensamblan. La amplia red de proveedores de Aragón tiene que aprovechar el tirón que supone la fabricación del Corsa eléctrico como una oportunidad para adaptarse y ganar cuota de mercado.