Humor que no odia

Opinión
Periódico en llamas.
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Sospecho, no sé si con fundamento, que los medios de comunicación de difusión nacional se han puesto al frente de la sociedad española, no para moderarla, sino para exaltarla, como si la credibilidad y el servicio a la convivencia que los solía caracterizar estuvieran sucumbiendo a la promoción del fanatismo. Me refiero al tono editorial, claro, pues hay figuras que mantienen el rigor, igual que siempre las ha habido de las que aliñan con bilis su trabajo.

Por el contrario, tengo la impresión de que los medios de comunicación locales, cualesquiera que sean su formato y su mentalidad, todavía no se han contagiado tanto del virus panfletario. Sus firmas no tendrán el brillo que se reconoce a las de los epicentros de la información y la opinión, pero generan editoriales, titulares, crónicas y reflexiones plurales que reflejan mejor la realidad española. Por eso, en la actualidad, para enterarme cabalmente de un asunto político, leo más la prensa local que las cabeceras nacionales, en las que suelo caer motivado por mis perversiones.

Da miedo la banalidad del mal que hay tras esta deriva de la opinión pública. Sin embargo, me consuela confiar en que, frente a la expansión del rencor y el fanatismo, todavía se alza el humor que ahora mismo circula en las redes sociales, procedente de todos los rincones del país y de idearios antagónicos. Me refiero al humor auténtico, que puede ser mordaz, pero nunca odia. Son chistes que me dan esperanza, especialmente en las ocasiones en que no comparto su punto de vista ni su crítica, que es cuando de verdad se pone a prueba el espíritu democrático.

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