Por
  • Ángel Gracia

‘pierre d. la’

Opinión
pierre d. la en el Palacio de Montemuzo
Heraldo.es

En 1991, cuando participaba en unas jornadas surrealistas en Teruel, Rafael Alberti recibió este telegrama: "Alberti, su presencia es un insulto". Lo firmaba Ecrevisse, un colectivo artístico zaragozano recién fundado. Entre sus miembros aparecía un tal ‘pierre d. la’: Pedro Perún Serrano en el mundo real. Aquel endecasílabo desafiante mostraba la rabia de unos jóvenes insolentes continuadores del surrealismo. Yo los conocí en octubre de 1992, en la sala de exposiciones de la Facultad de Filosofía y Letras, donde exhibieron la ‘Segunda Gran Exposición Ecrevisse’, aunque se trataba de la primera. Fui a la inauguración con un libro de Galdós en la mano, a modo de provocación, y pierre d. la enseguida me afeó el gusto literario. Desde entonces no hemos cesado de discutir sobre realismo y superrealismo en tabernas fantásticas y púlpitos caídos. Y hemos compartido cálices sagrados con Sergio Algora, Ortiz Albero, Antuán Duanel y David Ferreruela, entre otros amigos.

Admiro a pierre d. la por su fe en la libertad total de la imaginación y en el azar objetivo. Fue el editor irreductible del pasquín ‘Poisson soluble’ y autor de bellísimos poemas visuales en el libro ‘Hacia el interior’.

Ahora expone ‘Galería de personajes’ en el Palacio de Montemuzo, en la que comparte su obsesión por cincuenta artistas tan perturbadores como él. Como dice Ortiz Albero a través de Švankmajer en el texto del catálogo: "Abandonaos completamente a vuestras obsesiones. Al final y al cabo no tenéis nada mejor".

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