Ni en Navidad
La convulsa situación política en la que está sumido el país llega incluso a eclipsar el entrañable ambiente que acompaña a la Navidad. Cataluña y la gobernabilidad del país se cuelan a diario en las sobremesas de unas fiestas en las que lo que empezó como una idílica velada puede acabar en una batalla dialéctica con comensales enzarzados por arreglar, sin éxito, los desatinos de una clase política venida a menos.
Crece así el interés por conocer qué opina el rey Felipe VI, el árbitro garante de la normalidad institucional (Lambán dixit), y ocho millones de españoles dilatan el inicio de la cena de Nochebuena para escuchar atentos sus palabras. Sus referencias a Cataluña y a la unidad de España no defraudan a los constitucionalistas; ni tampoco a sus detractores. Mientras unos salen en su defensa, los otros se ponen en pie de guerra. Y en Aragón se constata que, a pesar de la buena salud de la que hace gala un atípico cuatripartito (PSOE, PAR, Podemos y CHA), cuestiones como el modelo de Estado les separan y ensombrecen sus avances.
Entrará la Comunidad en 2020 con un presupuesto autonómico aprobado que de poco servirá si sigue el bloqueo. Mientras Pedro Sánchez fía la presidencia a un ‘sí’ de ERC sin aclarar el pago, siguen vigentes unas cuentas que Montoro (que no Montero) le coló en 2018 no se sabe aún hasta cuándo.