Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Ni maña ni fuerza

La crisis ha retirado a toda una generación de líderes políticos.
"A los políticos de hoy ya no se les reclama que tengan talla de estadistas".
HA

Propone el refrán que más vale maña que fuerza. Pero el escenario político español adolece en la actualidad de la carencia de ambos valores. Los líderes de los partidos solo sobresalen por su insoportable levedad. Recuperando la conocida teoría de Moisés Naím, cabe decir que el poder se está degradando: es más fácil de adquirir, más difícil de utilizar y más fácil de perder. El resultado es que en España se está produciendo una fragmentación paralizante.

Las elecciones han dejado un panorama de dirigentes capitidisminuidos. Y no solo por el caso terminal de Albert Rivera, sino porque los demás también han perdido capacidad (Pedro Sánchez y Pablo Iglesias) o han crecido sin salir de la bisoñez (Pablo Casado) o se han estrellado antes de despegar (Íñigo Errejón) o han aumentado su aislamiento (Santiago Abascal). Por ello, este pasado fin de semana, las dos formaciones que aspiran a formar gobierno (PSOE y Podemos) han tenido que recurrir a consultas internas para poder dar un paso más. Y por eso España sigue atenazada por la parálisis.

Muy lejos quedan aquellas figuras que han hecho historia por su talla política y humana: desde Nelson Mandela a Vaclav Havel. Incluso el ejemplo de aquellos dirigentes que cumplieron su cometido en situaciones críticas: de Churchill a Roosevelt pasando por Adolfo Suárez. Pero a los políticos de hoy ya no se les reclama que tengan talla de estadistas, ni siquiera que sean carismáticos dirigentes. Solo se les pide que sean eficaces. Todos nos conformamos con la fórmula sensata de Aristóteles: "No hace falta un Gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico".

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