Por
  • José Ruiz Ramo

El respeto a los tribunales

Detalle de la fachada de la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Detalle de la fachada de la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Javier Pardos / HERALDO

El presente magistrado-presidente no suele pronunciarse públicamente sino es mediante autos, providencias y sentencias, dado que es mi profesión desde hace más de cuarenta años, pero visto que se ha puesto en tela de juicio mi honorabilidad, profesionalidad e imparcialidad como magistrado, no tengo otro remedio que contestar al artículo publicado.

‘Esperpento’, según dice la RAE, es un hecho grotesco o desatinado; me sorprende que en un procedimiento pendiente de dictar sentencia se intente presionar a este magistrado-presidente del Tribunal del Jurado nada menos que por un supuesto representante del Ministerio Fiscal, que no consta haber intervenido en la causa, y sustraerme tiempo y tranquilidad respecto a la sentencia que debo dictar.

Escribe dicho supuesto fiscal, tras un alarde de conocimientos pictóricos, que el veredicto del jurado en el procedimiento del ‘crimen de los tirantes’ fue desafortunado e injusto, criticando el veredicto del jurado.

También manifiesta que la defensa del acusado interrumpió sistemáticamente a las acusaciones, pero lo cierto es que no consta protesta alguna de las partes intervinientes, habiéndose intentado por este magistrado-presidente respetar las garantías de contradicción, oralidad e inmediación, pilares de nuestro sistema procesal.

Sigue refiriendo el articulista, que este magistrado-presidente es un ingenuo, o no, dudando de mi imparcialidad, siendo mi intención ante ello la de deducir testimonio de dicha acusación al Tribunal Superior de Justicia de Aragón, así como al Fiscal Jefe de esta Fiscalía Territorial de Aragón, sin perjuicio de las acciones legales que me pudieran corresponder.

También manifiesta en su artículo que exhibió el abogado de la defensa un arma prohibida, se trataba supuestamente de un puño americano, que las acusaciones dijeron se utilizó para la agresión a la víctima. El letrado, en su legitimo derecho de defensa, dijo que lo había comprado poco antes en un bazar chino, y bien podría ser de plástico. Ninguna de las acusaciones hizo comentario alguno, ni siquiera el Ministerio Fiscal, sobre ello, salvo el articulista, al que no conozco, que parece que lo tiene claro.

No tengo constancia de que el abogado de la defensa contactara con los jurados, que estaban en sala aparte, ni se me comunicó en su caso tal circunstancia, es más, creo que es un invento a la vista de la protección que se dispensó a los jurados que descansaban en sala aparte.

Los jurados obraron en conciencia y con apreciación directa de la prueba, y tomaron las decisiones que les parecieron convincentes, no teniendo nada que manifestar este magistrado-presidente al respecto.

Nadie quedó relegado en estrados y ninguna protesta hubo en tal sentido. Dice el articulo 42 de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado que el acusado se encontrará situado de forma que le sea posible su inmediata comunicación con su defensa. Entiendo que dicha comunicación inmediata es al lado, y ello para satisfacer el derecho constitucional a su autodefensa. Todos los acusados, en el juicio del ‘procés’, que el articulista cita, se sentaron en estrados, para eludir la ‘pena de banquillo’.

La celebración de la prueba pericial de la acusación -a puerta cerrada- se realizó a petición de los miembros del Tribunal del Jurado, como indica la citada ley orgánica referida anteriormente en el escrito ‘ut supra’. No constan incidentes personales entre las partes allí presentes.

Su afirmación de que Barcelona está regida por una ideología violenta es un tema que no me atañe, aunque deduciré testimonio de culpa a dicho Ayuntamiento y a las instancias correspondientes.

Concluye el articulista con que todo fue un desatino judicial, pero este magistrado no puede entrar en semejante precariedad jurídica, siendo los tribunales superiores los que tendrán que resolver en su caso. Fue un juicio y proceso tenso y largo, que se terminó con un gran esfuerzo y paciencia de todas las partes, que por cierto ninguna queja procesal manifestaron. Y en algo estoy de acuerdo con usted: humildad, pero también presunción de inocencia y respeto a los tribunales.

José Ruiz Ramo es magistrado-presidente de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza

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