Ministro Echenique

Iglesias y Echenique, junto a otros dirigentes de Podemos, en un acto preelectoral.
Iglesias y Echenique, junto a otros dirigentes de Podemos, en un acto preelectoral.
Paco Campos / Efe

Pablo Iglesias, líder de Podemos, señor de los cielos políticos, profeta de la justicia social y hombre de Estado que aboga por una solución "empática" para Cataluña, bendiciendo a los que hoy la queman en las barricadas porque el Supremo ha dicho que el 1-O no hubo violencia, sigue acomodando su discurso a conveniencia. Un día cuestiona la separación de poderes porque cree que la sentencia del ‘procés’ es la «excusa perfecta» para una gran coalición PSOE-PP. Horas después hace un acto de fe en la Justicia y asegura que ese mismo Tribunal absolverá a Pablo Echenique de fraude laboral. Decididos a hacer apuestas, pongo sobre la mesa otra: el recurso de casación decaerá porque es una vía extraordinaria para supuestos de error de valoración de la prueba o existencia de sentencias contrarias a la impugnada, que en este caso parecen no concurrir porque antes se han pronunciado dos instancias judiciales en idéntico sentido condenatorio. Ahí está la reciente renuncia de la Fiscalía a recurrir la sentencia del caso Plaza, consciente de que su casación no iba a prosperar. Pero Iglesias va más lejos. Aparte de vaticinar la absolución, postula a Echenique como ministro. Preocupado como está por las coaliciones tras las elecciones del 10-N, habrá que preguntarles a él y al PSOE -socio inevitable, cooperador necesario- si estarían dispuestos a tener en su gobierno a un ministro condenado por contratar sin seguro y pagar en negro a un trabajador. Muy obrero no es, moral tampoco. Incluso debería ser ilegal.

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