Ancianos invisibles

Bastón, ancianos
Ancianos invisibles

Hay ocasiones en las que se suele decir que un camello es un caballo diseñado por un comité de expertos. Si fuera encomienda para una comisión política, el bicho podría acabar en jamelgo. Los parlamentos –con sus largas vacaciones, sus interrupciones de curso y sus agujeros negros, como el actual– no son precisamente factorías de alta productividad. Tampoco la mejor vía para dar respuestas urgentes. Por eso suscita cierto escepticismo la propuesta del voluntarioso Justicia de Aragón, Ángel Dolado, para abordar la epidemia de muertes en soledad entre nuestros mayores. Un gravísimo problema que apunta a fracaso social y que, como denuncia el juez Joaquim Bosch, muchas veces queda invisibilizado por la propia vejez. La solución que propone el Justiciazgo es instar a las Cortes a que aprueben una Ley del Mayor. Es decir, una larga tramitación tal vez agilizada en parte por un consenso forzoso, pero durante la cual volveremos a tener semanas con no se sabe cuántos ancianos al día dando su último suspiro sin el calor de una mano amiga. Habrá que legislar, de acuerdo, pero mientras tanto las administraciones están obligadas a ofrecer un verdadero plan de choque, coordinado y urgente con todos sus recursos sociales y asistenciales. Hay que poner manos a la obra ya, ningún mayor merece esa insufrible cuenta atrás.

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