El político dispuesto a todo

Pleno del Ayuntamiento de Huarte (Navarra).
Pleno del Ayuntamiento de Huarte (Navarra).
Jesús Diges / Efe

Todo en la vida tiene un precio y en política, también. Por si alguien dudaba de que el PSOE se ha hecho con el gobierno de Navarra mediante un pacto abierto con la franquicia del PNV (Geroa Bai) en la comunidad vecina y otro más o menos camuflado con los independentistas de Bildu, ya tiene la prueba sobre la mesa de esa negociación libre de escrúpulos. Los socialistas acaban de entregar la alcaldía de Huarte a los separatistas radicales, tal y como su portavoz exigió en el debate de investidura de María Chivite. Ni un mes ha tardado este PSOE, que pacta con los colegas de quienes asesinaron a once de sus compañeros, en desnudar sus vergüenzas democráticas.

Aparte de tener un precio, las cosas tampoco pasan porque sí. O porque Chivite exhiba una ambición sin límite, similar a la que tuvo su líder Pedro Sánchez cuando ganó la censura con esos mismos votos del bloque anticonstitucionalista. Lo ocurrido en Navarra ha sido bendecido por el propio Sánchez y la cúpula que le arropa. De hecho, el ministro en funciones y número dos del partido, José Luis Ábalos, asistió en persona al aquelarre político que fue la investidura de Chivite. 

A un mes de saber si Sánchez irá o no a un segundo intento de investidura y pese a que casi todo apunta a otras elecciones en noviembre, el caso navarro ilustra a la perfección hasta dónde puede llegar un político siempre dispuesto a todo para ser presidente a cualquier precio. Si la formula portuguesa para un acuerdo programático con apoyos externos de Podemos fracasa, tal vez le quede un intento por la vía navarra, con los Bildu y compañía.

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