Obligados a entenderse
El Gobierno aragonés comenzó ayer una legislatura en la que no podrá permitirse errores de bulto ni en la gestión administrativa e institucional ni en la política. Sobre todo en esta última. Los resultados de las elecciones del 26 de mayo dejaron un escenario complejo, complicado y abierto, con un guion en el que caben protagonistas heterogéneos y con declinaciones ideológicas muy diversas.
La decisión, por lo tanto, de PSOE, Podemos, CHA y PAR, apoyados por IU, conlleva más responsabilidades que la de una simple apuesta con afinidades teóricas y programáticas concretas. Son, precisamente, las diferencias entre ellos, sobre todo entre el PAR y Podemos, lo que más pone en valor el entendimiento y lo que más puede abonar la sensación de fracaso si cada uno va por su lado.
En los próximos cuatro años, Aragón se juega su futuro en infraestructuras, servicios, despoblación y desarrollo tecnológico y de las comunicaciones, entre otros asuntos de interés prioritario.
El Ejecutivo aragonés necesitará firmeza para pactar con la Moncloa y con Bruselas, pero sobre todo proyectos y cohesión para defenderlos y ponerlos en marcha. No acompaña la convulsa política española ni la falta de presupuestos, pero no hay tiempo para el despiste. Y menos, para fallar.