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  • Heraldo de Aragón

Listas de espera quirúrgica

Una operación en los quirófanos del Hospital Provincial, en Zaragoza.
Una operación en los quirófanos del Hospital Provincial, en Zaragoza.
Oliver Duch

El Gobierno de Aragón no consigue reducir de forma significativa las listas de espera quirúrgica. Junio se cerró con 2.587 ciudadanos a la espera de una intervención desde hace más de seis meses, cuando en mayo había 2.650 en esta situación; apenas 63 personas menos. Hay que utilizar mejor los recursos disponibles en la Comunidad y de forma más intensiva. 

Los sistemas de sanidad públicos, en los que todos los ciudadanos están protegidos, se caracterizan porque es prácticamente imposible conciliar la oferta (los médicos que atienden y los quirófanos que hay) y la demanda (las personas que requieren atención). Se actúa con el criterio de priorización: las urgencias se tratan inmediatamente y patologías graves como el cáncer, con prioridad; a cambio, las cirugías u otros tratamientos para casos de menor relevancia o que pueden esperar se retrasan hasta que haya hueco en las agendas de los médicos. Ahí es donde surgen las listas de espera. La clave está en conseguir que estas listas sean lo más reducidas posible, tanto en el número de pacientes como en el tiempo de demora, porque son precisamente el gran foco del descontento de los ciudadanos respecto al sistema de salud.

Es cierto que las listas se podrían aminorar con más recursos, hasta el punto de asegurar incluso la disponibilidad de asistencia en todo momento. Pero la financiación pública tiene límites y hay que evitar siempre que se produzcan ineficiencias (camas y quirófanos vacíos...). Hay que apostar, más bien, por aplicar y mejorar algunas de las medidas que ya han demostrado su eficacia, como las guías clínicas para el manejo de cada patología, la introducción de objetivos de lista de espera con incentivos económicos, la priorización de los pacientes según su estado y la transparencia, para que los enfermos estén informados de la eficiencia y espera en todos los centros asistenciales. Y siempre, cuidando al máximo al personal sanitario, que es quien más puede hacer para mejorar la eficiencia del sistema. 

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