La Cataluña de Chaves

Bajo el desafío nacionalista late una Cataluña más sensata.
Bajo el desafío nacionalista late una Cataluña más sensata.
Jaume Sellart / Efe

En un artículo de 1928, el periodista y escritor Manuel Chaves Nogales afirmó que "el fondo"· de Barcelona era "gente trabajadora y sencilla de un reciente origen campesino, contenta y satisfecha de su vida y de su tierra". Y opinó que "el cosmopolitismo, el distrito quinto, el puerto, son los aspectos menos interesantes" de la ciudad, pues "lo cierto es lo otro". Con sus diferencias, esta visión me recuerda a la de otro prodigioso Manuel, Vázquez Montalbán, cuando trató de la Barcelona castiza barrida por las Olimpiadas de 1992.

En la misma crónica, refiriéndose al Ateneo barcelonés, Chaves elogia el "esfuerzo de los intelectuales catalanes hacia la universalidad", pero sobre todo le encandila el patio del edificio, "con su aire deliciosamente provinciano, lleno del buen sentido y de regusto de la vida", tan propio de "este catalán bien plantado con sus alpargatas y su barretina, este catalán fuerte y macizo que lo tiene todo: el mar, la montaña, la ancha vega, el puerto, las fábricas, la huerta", y que "por eso está lleno de sentido".

Finalmente, Chaves considera también que el catalán, "por encima de los libres juegos de la inteligencia a los que se entrega, ama la tradición» y que esta es el auténtico sostén de "la pugna de la espiritualidad catalana en los últimos cuarenta años". Pues bien, de regreso a los tiempos actuales, yo estoy seguro de que, bajo el aluvión nacionalista, elitista y hortera de las décadas recientes, en Cataluña aún perviven la provinciana plenitud de sentido, la inteligencia abierta al mundo y la renovadora tradición que Chaves y Montalbán admiraron.

jusoz@unizar.es

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