Por
  • Eva Cosculluela

Macromachismos

Los trofeos, junto a los regalos de la polémica.
Los trofeos, junto a los regalos de una polémica sexista.
@ganamosconellas

Estoy en un bar con un amigo. Yo pido una cerveza y él un refresco. El camarero le pone a él la cerveza y a mí la bebida sin alcohol. Pido la cuenta. Se la traen a él. Pago yo, y el camarero —que se afana en no verme— le devuelve a él los cambios. Pido una jarra de cerveza en una pizzería y el camarero me pregunta si voy a poder yo sola con ella. Voy en el AVE y un señor de unos setenta años tira sin querer un botellín de agua en un asiento. Llama a su mujer, que va sentada varias filas más atrás, para que lo limpie. Entro a la farmacia y espero detrás de una mujer que pide un calmante porque tiene un dolor de oído insoportable. Sus dos hijos no paran de correr y jugar mientras su marido mira el móvil. Mientras le describe el dolor a la farmacéutica al borde de las lágrimas, la mujer trata de controlar a los niños. Le pide a su marido que se haga cargo de ellos. El hombre asiente y sigue mirando su móvil, mientras ella, con toda la paciencia del mundo, escucha las instrucciones para tomar el medicamento, agarra a uno de los niños con una mano y recoge con la otra una pila de cajas de tiritas que el más pequeño ha tirado. Un amigo me cuenta que los informes que le entregan en la guardería de sus hijos dicen que el niño es decidido y tenaz mientras que la niña es mandona y tozuda.

El «micro» y el «macro» se mezclan a diario y acaban siendo machismos sin prefijos. Espero que la hija pequeña de mi amigo siga teniendo carácter cuando crezca, porque le va a hacer falta.

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