La Seo cumple novecientos años

Dos de las restauradoras, en pleno trabajo con el lienzo, de enormes dimensiones.
Uno de los rincones de La Seo de Zaragoza.
OLIVER DUCH

En la Zaragoza musulmana, vivió durante cuatrocientos cuatro años una pequeña comunidad cristiana de mozárabes sujeta al islam. Su iglesia era Santa María la Mayor, llamada luego del Pilar. En diciembre de 1118 las huestes de Alfonso I de Aragón entraron en la ciudad, rendida por asedio. Santa María estaba en muy mal estado y se organizó un amplio limosneo para rehacer sus paredes y techos (‘parietes et tecta reedificanda’), según un documento de 1120. Quizá fuera esa una buena razón para no hacer del templo la sede del nuevo obispado. El papa había dado de antemano la mitra a Pedro de Librana, aunque Alfonso prefería a otro. Fogoso cruzado, el rey sentiría, además, la necesidad política de dar nuevo destino al imponente edificio de la mezquita mayor, donde se asentó, finalmente, la sede catedralicia o Seo episcopal.

Alfonso fue suave con los vencidos. Haciendo de necesidad virtud, no tomó cautivos, dejó en libertad de irse a quienes lo desearan y concedió un año entero a los saraqustíes para mudarse a zonas extramuros. No es imposible que se respetase ese plazo, que vencía en diciembre de 1119, para ocupar la mezquita, acaso ya sin culto.

La asignación del edificio a la liturgia cristiana no implicaría inicialmente sino un derribo parcial de la obra islámica. La Seo fue finalmente dedicada al Salvador en octubre de 1121, el día 12 (mejor que el 4: hay un problema de lectura paleográfica). Conviene tener presente que son diferentes la mera inauguración (1119) y la dedicación solemne (1121). Muchos templos católicos no están formalmente dedicados, sino solo bendecidos, y algo similar sucedería con la nueva catedral de Zaragoza, bendecida primero y dedicada ritualmente meses después. Por no hacer este distingo se ha escrito más de una vez que la Seo del Salvador nació en octubre de 1121.

Idus o nonas

El calendario romano, al revés que el nuestro, cuenta hacia atrás, para saber cuántos días faltan para llegar a las calendas (primero de mes), nonas o idus, contando también el día de llegada. En los meses de marzo, mayo, julio y octubre, las nonas caen en 7 y los idus en 15. Por eso, ‘a 4 días de los idus de octubre’ significa, para nosotros, el día 12 de ese mes.

¿Por qué algunos sabios escriben, pues, que la Seo se dedicó el día 4? Según pienso, a la lectura de un documento (en realidad, dos copias) que fecha el suceso en el ‘dies IIII idus (¿o nonas?) octobrias’. La palabra que puede significar idus o nonas se lee mal. En la duda, parece preferible interpretar ‘idus’, porque, así, el día ha de ser el 12, fecha de gran arraigo como celebración de la Iglesia de Zaragoza restaurada tras el victorioso asedio de 1118. De otro modo, no es fácil explicar de dónde sale esa fiesta y, a la inversa, por qué no es el 4 la festividad catedralicia de Zaragoza.

La dedicación de la Seo al Salvador, hecha en 1121, sería, pues, el 12 de octubre. Pero su noveno centenario ha de contarse desde su uso como iglesia del obispo, en algún día indeterminable de 1119.

La Seo y el 12 de octubre

El 12 de octubre se convirtió así en la fiesta de la Iglesia de Zaragoza pero luego derivó a Día del Pilar.

Molestas Madrid y Roma con las persistentes desavenencias, y hasta trifulcas, entre los canónigos de la Seo y del Pilar por cuestiones de precedencia y antigüedad, la solución fue una salomónica bula papal, largamente instada por los poderes locales y aun por el rey Carlos II (I en Aragón). El 11 de febrero de 1676, el papa Clemente X, en su bula ‘In apostolicae dignitatis’, decretó que ambas iglesias fueran catedrales a igual título y compartieran cabildo. Así siguen hasta hoy. Unos años más tarde, otra disposición papal (de Clemente XII, ‘Romanum decet’, 1731) unificó también sus finanzas.

La fiesta de la Iglesia de Zaragoza, pasó, pues, en 1676 a ser también la fiesta de la ya catedral del Pilar. La devoción popular acabó obrando que Santa María del Pilar abdujese una celebración que, en origen, era de la catedral primera. El Pilar señoreaba las mentes.

El preclaro Julián Gállego, penetrante indagador del espíritu barroco, trató (HERALDO, 1965) de cómo, muchos siglos más tarde, el corazón del joven príncipe Baltasar Carlos fue enterrado en la Seo. Juan Domínguez, su devoto y avezado antólogo, compiló en 1979 unos ‘Temas de cultura aragonesa’ donde están esos bellos artículos.

En los funerales del heredero de Felipe IV (III en Aragón), el Rey Planeta, alzó la Seo un gran túmulo, de veinte metros de alto, cuyo piso bajo, columnado y ornado con calaveras, sostenía otro con el león de Zaragoza y ocho alegorías de las virtudes. Remataba todo en una cúpula con cuatro leones que sujetaban una gran corona. Al cabo de los siglos, la Corona de España seguía teniendo en la Seo un lugar de preferencia para sus grandes rituales. No en vano los reyes recibían en ella la corona, la espada y el cetro que los consagraban soberanos de vastos dominios.

La desmemoria no debiera ser tanta como para olvidar en 2019 qué significa la Seo en la historia de Zaragoza y de las Coronas de Aragón y de España.

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