Como sucede en la estupenda película de Javier Macipe sobre Mauricio Aznar, ‘La estrella azul’, en el trabajo de Isaki Lacuesta sobre Los Planetas, ‘Segundo premio’, hay un gran poso de melancolía que abarca todo lo que toca y cuenta. Un tono melancólico imposible de evitar porque tanto en el primer caso como en este segundo, se abordan las historias de personajes llenos de creatividad, poetas en estado puro, artistas que buscaban la esencia y, al mismo tiempo, gente sumida en su fragilidad y en sus dependencias.

Tras una carrera con títulos sorprendentes los unos, anodinos aunque muy publicitados los otros, pero siempre dominado por un estilo que impone rompedor, con el que trata de desmarcarse del trabajo de los otros, y autor, asimismo, de algunos documentales interesantes, como el que hizo sobre Miquel Barceló y su etapa africana, ‘Los pasos dobles’, Isaki Lacuesta parece en sus últimos filmes más pegado a la vida real que nunca. Así, al menos, me lo parecen títulos suyos como ‘Entre dos aguas’ y ‘Un año, una noche’ -en torno al atentado contra la sala Bataclán, en París- y, especialmente, ‘Segundo premio’, en el que el cineasta cuenta con Pol Rodríguez como codirector. Lacuesta, como él mismo avisa, no cuenta la historia de Los Planetas, el grupo granadino de indie de los años 90, sino que es un filme sobre la leyenda de esta banda en sus días de éxito, de subidas y bajadas.

En este sentido, en ‘Segundo premio’ hay leyenda, hay verdad y hay ficción en torno a un grupo de los noventa cuyos protagonistas no solo se volcaron en la música. También compartieron genialidad, creatividad y peligrosas adicciones.

Con un estilo narrativo muy ágil y en el que da voz en off a personajes y situaciones que pudieron ser, o no ser, ‘Segundo premio’ es una película con alma, hecha con mucho sentimiento, con actores estupendos y con un respeto absoluto hacia sus protagonistas. También hacia su leyenda.