De canterano del Real Zaragoza a conservador del Museo Nacional de Suecia

Juanjo Hervías, que fue futbolista profesional, es el responsable del departamento de Mediación Digital en la institución escandinava.

Juanjo Hervías posa en Estocolmo ante la alegoría de Goya ‘La Verdad, el Tiempo y la Historia’.
Juanjo Hervías posa en Estocolmo ante la alegoría de Goya ‘La Verdad, el Tiempo y la Historia’.
J. H.

A sus 40 años, Juanjo Hervías (Zaragoza, 1983) ha devorado unas cuatro primeras décadas de vida muy intensas y provechosas. Formado como futbolista en la cantera del Real Zaragoza, protagonizó una humilde pero estable carrera durante tres lustros en, entre otros, los filiales de Betis o Mallorca, hasta dar el salto al fútbol sueco en 2012. En el país escandinavo lleva establecido desde entonces y, tras colgar las botas, en la actualidad es conservador del Museo Nacional de Suecia, en concreto del departamento de Mediación Digital.

¿Cómo ha sido posible este ‘viaje’ tan poco habitual de un jugador profesional que es doctor en Didáctica en las Ciencias Sociales y del Patrimonio por la Universidad de Barcelona? "Siempre tuve muy claro que la carrera de un futbolista es muy corta y vulnerable, así que mejor tener un plan B para cuando el fútbol decidiera que ya no tenía el nivel para estar activo. Los entrenamientos eran por la mañana, así que las tardes las tenía libres, por lo que podía sacar varias horas al día para ir a clase, o para ponerme a estudiar. Las ganas a veces faltaban, pero fui constante", relata.

Una formación para la que contó con la colaboración de su familia y compañeros. "Jugar y estudiar resultó un poco más complicado cuando jugaba fuera y seguía matriculado en la Universidad de Zaragoza, ya que hace casi 20 años la formación a distancia no estaba tan establecida como hoy en día. Gracias a muchos compañeros que me pasaban los apuntes y las tareas, pude poco a poco ir avanzando. Mis padres siempre estuvieron para echarme una mano en cualquier cosa que necesitase, así que ellos también tuvieron un papel fundamental", prosigue.

Su temprana pasión por el arte y por el patrimonio cultural tuvo un prescriptor fundamental en su adolescencia. "Cuando cursaba los últimos años del antiguo Bachillerato entré en contacto, por primera vez, con la historia del arte a través de un profesor magnífico que teníamos en Dominicos, Jesús Mediavilla, que nos contagió su amor por el arte a todos sus alumnos", rememora.

Los inicios en Escandinavia

De aquellas enseñanzas del profesor Mediavilla al radiante momento actual de este zaragozano en el Museo Nacional de Suecia se traza un itinerario en el que se produjo un antes y un después con su aterrizaje en el país escandinavo en el verano de 2012. "Los primeros días los recuerdo con mucha ilusión y expectativa al encontrarme una cultura y una mentalidad totalmente diferentes. Por suerte, aterricé en agosto, por lo que el periodo de aclimatación fue más fácil. Probablemente, si hubiese llegado directamente en invierno, hubiese hecho las maletas al día siguiente", bromea.

Recaló allí sin ninguna vocación de permanencia y ya acumula 12 años. "A veces no eres consciente de lo rápido que pasa el tiempo, y lo que comienza con el típico 'bueno, al final de año miramos opciones para volvernos a España', acaba en una estancia que ya va camino de los 13 años. Vivir en Suecia te da opciones de desarrollo laboral que hoy en día resultan difíciles de encontrar en España. Por otro lado, está el hecho de que nuestros hijos nacieron en Estocolmo, y poco a poco, te vas volviendo cómodo y te da pereza salir de esa zona de confort que te da tu día a día aquí", razona.

Cuando en 2017 abandonó en tierras suecas su faceta como futbolista, se embarcó en una nueva senda que le condujo al Museo Nacional de Suecia. "Llegué como educador en octubre del 2018 y posteriormente, en septiembre de 2022, obtuve la plaza como conservador del departamento de Mediación Digital", informa.

Su cometido consiste en desarrollar e implementar nuevos programas de mediación para un público adulto, con base en la interacción a través de la digitalización, con una presencia mayor en las redes sociales del museo.

"El gran reto que he asumido ha sido crear una oferta estable y duradera, para acercar las colecciones del museo a un público que no tiene el hábito de visitar museos, pero que no obstante tiene un interés por el arte y la cultura. Así pues, hemos participado en varios proyectos internacionales con otros museos para digitalizar y hacer accesibles nuestras colecciones, así como en otros proyectos más enfocados a programas concretos de mediación en el museo, creando una red de trabajo internacional para poner el acento siempre en el público", desgrana.

Fervor por Goya

En las paredes del museo de la capital sueca, Hervías observa cada día cuatro obras de un paisano ilustre, Francisco de Goya. "No se entiende la figura y la magnitud del pintor hasta que no sales fuera. Goya se ha convertido en un artista universal e inmortal a través de su obra, la cual ha ganado todavía más vigencia y relevancia con los años. Su importancia y admiración fuera de nuestras fronteras es igual de grande que su obra. Aquí en Suecia provoca mucho interés", arranca.

Una demanda de información que Hervías tratará de saciar. "Estoy preparando un episodio de un ‘podcast’ aquí en el museo centrado en Goya para acercarnos a su vida, pero también a la gran obra que nuestro museo tiene del artista. Además, hemos realizado seminarios, actividades y visitas guiadas entorno a él y siempre son un éxito. Tiene una fuerza de atracción incalculable", continúa.

Un poder que es un regalo inmarcesible para Aragón. "En este aspecto, en Aragón se ha entendido muy bien su poder para poner a Zaragoza en el mapa cultural internacional, especialmente tras la inauguración del Museo Goya a partir de las colecciones del Museo Camón Aznar. Zaragoza se ha impregnado de esa huella goyesca de la que el artista tan orgulloso estaría. Sin embargo, falta un poco más de coordinación con la Administración central para darle el protagonismo que Zaragoza tiene en la obra de Goya, quitarse los complejos respecto a Madrid, y subvertir ese papel de subordinación. Me quedo con una reflexión que dejó escrita el pintor francés –y gran admirador de la obra de Goya– Eugéne Delacroix cuando pasó por España de camino al norte de África: 'Todo Goya palpita a mi alrededor'. Ese debería ser –en mi humilde opinión– el objetivo de las instituciones culturales con Goya en Zaragoza".

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