Antonio Castilla: "El arte de bailar se ha concentrado demasiado en la técnica"

El discípulo de María de Ávila será, a partir de junio, director artístico asociado del San Francisco Ballet

Antonio Castilla asumirá este junio su nuevo cargo en el San Francisco Ballet.
Antonio Castilla asumirá este junio su nuevo cargo en el San Francisco Ballet.
ASH

Antonio Castilla (Tarrasa, 1961), el que fuera discípulo de María de Ávila y primera figura del Ballet de Zaragoza, ha sido nombrado director artístico asociado del San Francisco Ballet, cargo al que se incorporará este junio. La compañía ha marcado buena parte de su trayectoria, ya que bailó en ella durante siete temporadas, de 1988 a 1995, tres de ellas como primera figura. Allí también inició su carrera docente, por otros siete años, bajo la dirección de Lola de Ávila y Aurora Bosch. Antonio Castilla forma parte aún del English National Ballet de Londres, donde es repetidor. 

Su nombramiento, en cierta medida, supone volver a casa y cerrar un círculo. Bailarín de la compañía, coreógrafo y ahora director artístico asociado.En cierta medida sí que es volver a casa y cerrar un círculo, pero yo considero mi casa Barcelona, Zaragoza y Madrid. Ciudades en las que crecí como estudiante y bailarín.

Las compañías de primer nivel internacional, ¿tienen un carácter, un espíritu, una personalidad que se mantiene a lo largo de los años? ¿Qué es lo que caracteriza al San Francisco Ballet?.Sí, las compañías de ballet tienen diferencias en su carácter y espíritu. El Ballet de San Francisco es la compañía más antigua de Estados Unidos. Cuando me uní en 1988 bajo la dirección de Helgi Tomasson era una compañía con bailarines excelentes y versátiles, capaces de ofrecer excelencia en una variedad de estilos de danza. Además de los grandes clásicos ('El lago de los cisnes', 'La bella durmiente', 'Cascanueces'...) los bailarines trabajaban con coreógrafos como Forsythe, Robbins, Balanchine, Tudor, Bintley, Morris, Kilian, entre otros. Ahora Tamara continuará en el mismo camino, aportando más innovación.

¿Y cuáles son sus cifras? Bailarines, presupuesto, alumnos...No puedo contestar aún a esta pregunta. Todavía no estoy familiarizado. Creo que bailarines son unos 75, además de 6 aprendices.

Va a trabajar codo con codo con Tamara Rojo, que también ha pasado por el English National Ballet. ¿Qué opina de ella y de su trabajo?Tamara es una visionaria. Siempre he admirado su talento de ver lo que se necesita en el futuro y planificar en consecuencia, mientras se mantiene bien arraigada en el momento presente. Es honesta y diligente y ofrece excelencia a la vez que pide lo mismo. Toma riesgos y avanza buscando llevar al público a un espectáculo significativo, que les toque y les llene. Este fue el caso del triple programa de ENB Lest We Forget, donde presentó a Akram Khan y más tarde crearon juntos Akram Khan's Giselle.

¿Cuáles son los retos, a su juicio, a los que se enfrenta hoy en día una compañía profesional de Ballet?El mundo se está moviendo a gran velocidad en este momento. Las compañías deben ser más creativas, inclusivas y diversas. Los espectáculos de ballet deben ser accesibles a todo tipo de público. Hoy en día hay más apoyo para los bailarines profesionales en su desarrollo tanto artístico como personal, pero se necesita más evolución en este área.

Volemos hacia atrás en el tiempo. Usted nació en Barcelona. ¿Cómo llegó a Zaragoza, qué recuerdos tiene de sus primeros años en la capital aragonesa?Llegué a Zaragoza de la mano de Carmen Roche. Ella me trajo desde Bruselas y me dejó con María de Ávila. Los años que pasé en Zaragoza son entrañables para mí. Hice amigos para toda la vida y conocí a mi mujer, Ivana, con la que ahora tengo dos hijos. Trabajábamos muy duro y luego nos juntábamos en el bar o en el parque. La ciudad me acogió con brazos abiertos.

¿Cómo se le despertó la pasión por el ballet, que comparte con su hermano?A los quince años nunca había oído del ballet. Mis amigos, Jose Antonio, Manolo, y yo admirábamos mucho a Bruce Lee y nos encantaban las artes marciales. Nos enteramos que este practicaba ballet para incorporar gracilidad en la lucha, y así empezamos en una pequeña academia en Terrassa que llevaba Marina Torres. Aprendimos algunos pasos y se me despertó la curiosidad por el ballet. La pasión surgió cuando poco después viajamos a Bruselas y vimos bailar a Víctor Ullate con el Ballet du XXe Siecle de Maurice Béjart.

María de Ávila. ¿Qué la hacía tan especial? Hace 14 años, con motivo de su muerte, usted aseguraba que “fue muy dura cuando el enfoque y la determinación me fallaban, y muy tierna y humana cuando las piernas me temblaban de cansancio”.Era una gran maestra, pero aún más grande lo era como persona. Su pasión por transmitir el arte del ballet a sus alumnos no tenía límite. Era muy exigente porque la técnica de ballet requiere mucha atención, mucha práctica y compromiso completo.

¿Qué le dio Bruselas que no tuvo en Zaragoza?Bruselas me abrió la puerta de Zaragoza. Allí me encontré con Víctor Ullate, Carmen Roche y Lola de Ávila. Yo tenía casi 18 años y estaba claro que si quería lograr algo en el mundo del ballet el sitio idóneo era el Estudio de María de Ávila, donde trabajé con ella misma y también Cristina Miñana y Lola de Ávila. Esta última ha sido una influencia importante a lo largo de mi carrera, como bailarín, maestro y coreógrafo. En Bruselas vi espectáculos de la compañía de Béjart. Antes de Bruselas intenté ver ballet en el Liceo. Solo me pude permitir una entrada en la ultima fila del 'gallinero' y no percibí nada por lo pequeño que lucía el escenario.

En 2025 se cumplirán 20 años de la desaparición del Ballet de Zaragoza. ¿Cómo ve ahora, desde la distancia, aquel proyecto, aquella experiencia?El Ballet de Zaragoza se fundó con el grupo de mi generación poco después de los Festivales de Goya de 1982. Yo fui parte por un corto periodo y luego me fui al Ballet Nacional Clásico, que dirigía María de Ávila. Di algunas clases cuando lo llevaba Mauro Galindo y también en la época de Patsy Kupp-Matt. Siempre les di mi apoyo porque considero que tener compañías de ballet en España es importante. Hay mucho talento y desafortunadamente también mucha fuga de talento. Creo que se hizo un buen trabajo, considerando la falta de estructura que hay en España para este tipo de entidades.

Ahora existe una compañía privada, LaMov, que está luchando por afianzarse. No sé si conoce su trabajo.He oído de LaMov y de Victor Jiménez. Nunca he coincidido con ellos en España pero desde luego tengo interés en ver alguno de sus espectáculos. Siempre he tenido admiración por este tipo de iniciativas.

¿Cómo valora su etapa en el English National Ballet?Ha sido de gran valor. Cuando Tamara me invitó a ser parte de su equipo como Ballet Master mi noción de lo que el trabajo requería era muy limitada. A través de los años y pasando por diferentes experiencias he crecido junto al equipo y los bailarines. ENB se ha ganado un lugar muy especial en mi corazón.

¿Cuáles son las virtudes, a su juicio, que hacen grande a un bailarín?Una buena técnica es necesaria. Pero la técnica no hace al artista. Lo que hace a un bailarín grande es el arte, y el arte, como decía Antonio Gades, no está en los pasos sino entre paso y paso. Este bailarín siempre se preguntará el porqué de los movimientos y usará la intención del personaje que le toque el momento. Es importante la honestidad, el humor y el coraje de enfrentarse a uno mismo.

¿Y a un coreógrafo?Un gran coreógrafo no busca pasos ni quiere ver pasos. Busca lo que hay detrás los pasos, la personalidad del bailarín y un abanico de sensaciones abiertas para explorar.

¿Y a un maestro? Si del estudio de María de Ávila han salido profesionales tan grandes, ¿se supone que es más importante el maestro que las condiciones naturales?Un gran profesor es el que enseña a bailar con pasión sin limitarse únicamente a la técnica. Es el que busca, de diferentes maneras, como llegar a cada uno de sus alumnos. Su único interés es que estos aprendan y crezcan como bailarines y, más importante aún, como personas.

¿Está en crisis el ballet?En mi opinión sí que hay cierta crisis, y es tal vez debido a que se relaciona muy poco con lo que está pasando en el mundo de hoy en día. Los grandes ballets han podido quedarse algo antiguos y sería necesario darles la naturalidad de ahora, conservando asímismo la intención con la que fueron creados. El arte de bailar se ha concentrado más en lo técnico y no suficientemente en lo que se quiere decir y transmitir. He visto muchas representaciones de ballet que resultan técnicas y frías. Las funciones en vivo son increíbles cuando ves artistas honestos en el escenario, con compromiso y clara intención. Si además de esto, la producción es significativa, podría tocar el corazón de la gente y no quedarse simplemente en agradar a la vista.

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