‘Los pequeños amores’: Madres, hijas, vida
Celia Rico Clavellino se dio a conocer con ‘Viaje al cuarto de una madre’, en la que abordaba la relación entre una madre y una hija. Tan interesada está en las conexiones y desconexiones entre las progenitoras y sus criaturas que para su nuevo largometraje las ha vuelto a tratar. Acogida con un gran aplauso y elogios en su reciente presentación en el Festival de Málaga, ‘Los pequeños amores’ es una bonita y muy bien dirigida y escrita película en la que Celia Rico cuenta la relación de una madre y su única hija, que, a causa de un accidente de la primera, tiene que irse a cuidarla durante unas semanas.
De las muchas maneras posibles con las que desarrollar una historia de este tipo, la directora y guionista opta por la más sencilla, directa y clara, que no significa que sea la más fácil. Celia Rico no pretende hacer ni un estudio ni un análisis en profundidad de las relaciones entre madres e hijas. Lo que quiere es abordar asuntos que parece conocer muy bien, y hacerlo a partir de pequeños detalles, gestos mínimos y algunas conversaciones aparentemente poco trascendentes.
En ‘Los pequeños amores’ se habla de amores, sí, pero también de vidas corrientes, tan parecidas a otras tantas, y de gente con existencias no espectaculares, pero sí especiales. Y, sobre todo, esos ‘pequeños amores’ quieren expresar la cotidianeidad de dos mujeres con poco en común por una cuestión generacional, pero ligadas por ese lazo irrompible que es la maternidad y el amor de unas a otras que está por encima de cualquier otro.
Para conseguir hacer efectivo este argumento, Celia Rico necesitaba dos actrices sólidas, solventes y con poder frente a la cámara. Y no ha podido hacer mejor elección. María Vázquez y Adriana Ozores, las dos, magníficas, se crecen con sus personajes, los dotan de una fuerza extraordinaria y con la directora componen un trío prodigioso. Buena y muy interesante.
