VIVIR DE MEMORIA. CULTURA Y OCIO

Josefina Ballarín: "Cuando se proyectó 'Duelo al sol' sufrimos una cruzada eclesiástica"

Viuda de José María Cortés, dueño de las salas de cine y teatro de Barbastro, a sus 91 años evoca las películas y las obras de teatro que le marcaron

Josefina Ballarín Utrillo en el salón de su casa, que comunica con el cine Cortés, uno de los grandes proyectos de su vida.
Josefina Ballarín Utrillo en el salón de su casa, que comunica con el cine Cortés, uno de los grandes proyectos de su vida.
A. C./Heraldo.

Josefina Ballarín Utrillo (Almunia de San Juan, Huesca, 1932) es una mujer de teatro y de cine. Compartió las aficiones de su marido, José María Cortés Cine Cortés, que sigue proyectando de la mano del hombre para todo Jesús Valerio, películas de cine clásico. La conversación transcurre en su domicilio, en compañía de su yermo Blas Broto (un gran cinéfilo y enamorado de la historia, casado con su hija Margarita), que le ayuda a recordar hechos y fechas y personajes, y el anticuario e historiador del arte Antonio Buil, biógrafo con Antonio Abarca de la pintora Julia Aguilar, Julieta Always.

¿Cuál es el primer recuerdo de su padre?

No tengo muchos porque, en la Guerra Civil, fue asesinado por envidias . Era un hombre bondadoso, católico, muy buena persona, carpintero de profesión y lo fusilaron pronto. Me acuerdo de cuando me llevaba a la iglesia y un saque de honor que me invitó a hacer porque era el capitán del equipo de fútbol del pueblo. No desvalijaron la casa.

¡No me diga!

Por completo. La tomaron las Juventudes Libertarias y luego las Mujeres de la FAI. En mi casa había estado la Pasionaria y Fernando de los Ríos, que alzó a mi madre en brazos.

¿Cuándo?

Mucho antes de la contienda, cuando Alfonso XIII vino a inaugurar el Canal de Aragón y Cataluña, en La Almunia de San Juan, en el sifón del río Sosa. Mi madre se marchó a Barcelona a hacer corte y confección. Tenía muy buen tipo y le pidieron que se quedase. No tardó en venir. Dicen que allí coincidió con un jovencito Manuel Pertegaz. No se quedó, vino y se casó con mi padre, que era carpintero, un año antes de mi nacimiento. Luego, tras quedarse viuda, se quedó con sus padres. Mi abuelo era encargado del Canal de Cataluña y Aragón y mi abuela fue la primera telefonista que hubo en el pueblo.

José Hernán Cortés Ballarín en la entrada anterior al cine Cortés, que ahora es un bar con sabor.
José Hernán Cortés Ballarín en la entrada anterior al cine Cortés, que ahora es un bar con sabor.
A. C./Heraldo.

¿Les hablaba de lo que había pasado?

Muy poco. Cuando acabó todo llamaron a Huesca para firmar… Y ella no quiso denunciar al asesino de mi padre. Dijo: “Nadie puede devolverme a mi marido, así que no quiero que ninguna chica se quede sin padre”. Hacia el final de su vida, enfermó, y me llamó a su cuarto. Me dijo quién había matado a su padre y me pidió que fuera a verlo y que le dijese que le perdonaba. El hombre, un vecino, se emocionó y cada día pasaba por casa y preguntaba por ella. Fue una maravillosa lección. Antes de fallecer rogó que envolviesen los restos de mi padre en un sábana y que los depositasen con ella en su tumba.

¿Cuándo se vino a Barbastro?

Con trece años. Estudié en el colegio San Vicente de Paúl. Estuve en casa de Ardanuy con mis tíos, donde vivió algún verano la escritora María Teresa León, como cuenta en su libro ‘Memoria de la melancolía’. Entonces las niñas no salíamos tanto. Poco después, conocería a mi marido, José María Cortés Valls, cuya familia tenía autobuses y cines en el pueblo y empezaría otra vida, claro. A su familia le pertenecía el Coliseo, que se cerró poco después de la guerra, el Principal, por donde ha pasado medio mundo y donde dio conferencias Joaquín Costa, y el Cortés, donde estamos ahora.

¿Algo que decir de su noviazgo?

Un detalle gracioso. Mi futuro marido estudiaba en Zaragoza. El colegio los chicos tenía ventanas a nuestro colegio y un amigo le escribió: “Ha venido una morena muy maja”. Y él contestó: “Será para mí”. Acertó, pero aún no me había visto. Nos hicimos novios y tonteamos bastante tiempo. Nos casamos en 1957 y a mí me encantaba su mundo.

¿El cine?

Claro. Disfrutaba muchísimo. Hice de todo: fui taquillera, íbamos a Barcelona a alquilar lotes de películas que luego nos mandaban en pesadísimos rollos en el autobús. Nos recibían en las delegaciones de La Metro, la Paramount, la Fox o Cifesa. Era lugares impresionantes: te trataban con mucha clase. Eran auténticas delegaciones de Hollywood.

¿Qué compraban?

De todo. Como se puede imaginar. En los lotes también había cosas malas. A veces para las películas principales tenían una maquineta de control. Con mi marido hacía de todo: su secretaria, su mujer, su compañera en los viajes, la acomodadora y taquillera. Adoraba el cine. Siempre me ha encantado: aquellas películas clásicas de Liz Taylor, Katharine Hebpurn, Ava Gardner, Marilyn Monroe, y de aquellos galanes. Como se puede imaginar, todo ser humano tiene su historia.

Una cuestión, ¿participaba usted en la programación?

A veces, más bien poco. Todo lo hacía José María, que era un gran apasionado al cine y estaba muy informado. Recibíamos muchas revistas, sabía lo que pasaba en el mundo del cine. Ya se había cerrado el Coliseo; el Principal, que procedía del siglo XIX, alternaba el teatro y el cine. Y el Cortés se dedicaba al cine. Teníamos constantes inspecciones: que no dejásemos entrar a los menores, que no hubiese entradas falsificadas. Había un control grande. Nos pasó una cosa insólita…

¿A qué se refiere?

Cuando se proyectó ‘Duelo al sol’ hubo una cruzado eclesiástica contra nosotros.

¿Cómo? Esa es una película de King Vidor: dos hermanos, Gregory Peck y Joseph Cotten, se disputan el amor de una mujer, Jennifer Jones.

Sí. No sé por qué, pero en delante de la farmacia Sesé y en otros lugares se pusieron unos pasquines donde se amenazaba con la excomunión si venían a ver la película. Algunos venían como a hurtadillas. Y luego, en los tiempos del destape, nos denunciaron por los fotogramas de las películas, y tuvimos que ir a juicio. Creo que fue el primer de mi hijo José Hernán Cortés. Hemos tenido tres hijos: José Hernán, Margarita y Rocío. A alguien le molestaba que se pudieran ver desnudos o un pecho.

El cartel de cine clásico que anuncia tres películas en el cine Cortés.
El cartel de cine clásico que anuncia tres películas en el cine Cortés.
Archivo Cortés/Ayto. de Barbastro.

¿Cómo llevaban las dos salas?

Muy bien. El Cortés estaba dedicado al cine y fue reformado a principios de los años 70. Y ahí sigue. Es una maravilla. Y el Principal también; atacado por la carcoma, se rehabilitó entre 1968 y 1969 y se abrió a principios de los 70 con una película como ‘La mansión de los siete placeres’ de Phil Karlson.

Con Elke Sommer y Sharon Tate, que sería asesinado en 1969. ¿A quién recuerda en el Principal?

A mucha gente. Cuando se reabrió actuaron José María Rodero y José Bódalo y dijeron que la sala tenía el mejor sonido de España. También vinieron Fernando Fernán Gómez, Quique Camoiras, mucha gente. El teatro lo hacíamos en fiestas y en fechas señaladas. Y también cuando venían de Festivales de España. Tengo recuerdos maravillosos. En casa conservo un retrato de Antonio Machín, no sé por dónde andará. Cantó tres veces en el Principal. Una vez sucedió una anécdota muy curiosa. Estaba el teatro lleno, miró por una rendija del telón y vio a alguien que no le gustó nada. Le pidió a mi marido que lo sacase de ahí.

¿Quién era?

El capitán de la Guardia Civil. Con mucha mano izquierda mi marido se dirigió a él, le dijo cómo se alegraba de verlo y por qué no iban por ahí a conversar y celebrar el reencuentro. Así lo hicieron. El concierto fue maravilloso.

¿Y ahora?

Solo tenemos el Cine Cortés. Está alquilado a una empresa, que lleva toda la gestión, y contamos con una persona excepcional que lo hace todo, Jesús Valerio. Ahora todo es distinto: mandan las películas por internet y en disco. Están él y un pequeño equipo. Acabamos de programar, en colaboración con el Ayuntamiento de Barbastro, un ciclo de cine clásico con ‘El sueño eterno’, ‘Fellini ocho y medio’ y el próximo martes se proyectará ‘El padrino’. El cine, como verá, está comunicado con mi casa. Aquí he vivido historias muy emocionantes.

Jesús Valerio, el hombre para todo del cine Cortés, es el proyectista desde la sala de ordenadores, antaño sala de máquinas.
Jesús Valerio, el hombre para todo del cine Cortés, es el proyectista desde la sala de ordenadores, antaño sala de máquinas.
A. C./Heraldo.
Josefina Ballarín con su yerno Blas Broto, apasionado del cine y de la historia.
Josefina Ballarín con su yerno Blas Broto, apasionado del cine y de la historia.
A. C./Heraldo.
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