La figura de Santiago Segura, por la intensa actividad con la que el actor y director ha remarcado su viraje, ha quedado asociada al cine familiar. El popular rostro sigue sumando títulos en la faceta adquirida y se convierte nada menos que en Papá Noel en ‘La Navidad en sus manos’, película que se diferencia de la mayoría de las de esta etapa en que solo participa como intérprete, y además no como protagonista. Con Ernesto Sevilla en el rol principal, Segura ejerce de reclamo desde su posición de secundario destacado. 

Su encarnación del mágico personaje sufre un accidente en vísperas de su gran noche repartiendo ilusión y elige a su compañero de habitación en el hospital como sustituto temporal. La situación señala tanto los ecos clásicos como el juego cómico de una historia ligera y entretenida que, en su rango y en sus parámetros, funciona como pasatiempo para estas fechas.

Coproducida con México y dirigida por Joaquín Mazón (detrás de ‘La vida padre’, ‘Cuerpo de élite’ y de la reciente ‘De perdidos a Río’), exhibe un tratamiento favorable a que asome la simpatía y a que aparezca la mirada benevolente. Maneja de forma digna los pasajes convencionales que implica la temática y en lo visual sabe que le sienta mejor ceñirse a su perfil modesto (los renos digitales son, con acierto, un complemento y no un recurso que lucir más de la cuenta). Sevilla y Segura aportan sus respectivos toques a un tono humorístico que deja algunas ideas y ocurrencias y en el que no pasa desapercibida la inclinación por la peculiaridad.

La modulación navideña, también con apuntes atinados (el singular taller élfico, el saco mágico), pide un cauce enfocado al cambio y a la enmienda, plasmado en el hombre abonado en exceso a las excusas que corre el peligro de decepcionar de manera definitiva a su hijo. El sentir del niño y la necesidad de que el padre dé un paso traen lo emocional y el vínculo fortalecido, lo cálido.