‘Robot Dreams’: un cuento delicioso

En 2012, Pablo Berger, que se había estrenado como director con ‘Torremolinos 73’, fascinó a público y crítica con ‘Blancanieves’, una estupenda película llena de magia, fantasía y cine muy bien hecho. El realizador español, que tiene por costumbre tomarse su tiempo entre película y película, vuelve a sorprender con su cuarto largo, un bellísimo filme de animación en el que adapta la novela gráfica de Sara Varon y del que se dice, incluso, que podría ser nominado al Óscar en esta categoría.

Un perro, un robot y una ciudad, Nueva York, inmersa en la década de los ochenta para lo bueno y para lo malo. Y, detrás de todo ello, la soledad de la gran urbe, la falta de calor humano -bueno, en este caso, animal-, la necesidad de querer y sentirse querido… Este es el material de que se nutre este cuento delicioso que Pablo Berger sirve como una delicatesen. Dog es, como su propio nombre indica, un perro solitario, que no consigue hacer amigos ni encuentra a nadie amable con quien jugar. Hasta que se compra un robot, se lo monta en su pequeño apartamento y juntos se van a la calle. Pero Nueva York no es siempre un lugar amable con quienes buscan compañía y ternura.

Pablo Berger ha demostrado ser un creador inteligente y con mucho talento. No necesita para demostrarlo alardes tecnológicos, ni tan siquiera aprovecha los debates abiertos en torno a la inteligencia artificial para darnos un discurso sobre la vida de un robot y sus efectos en el mundo real. Berger construye una historia estupenda, sin palabras y con un dibujo sencillo en las formas, con trazos bien definidos y muy ricos en detalles. Lo que le importa al cineasta es transmitir sentimientos, y lo consigue. Así, por ese perro y ese robot sentimos sus penas, sus dramas y sus alegrías, todo expuesto con una música cálida y envolvente. Eso es algo que solo puede hacer un gran director, el que firma esta hermosa película.