Jennifer Lawrence se divierte
Tras su retirada temporal, Jennifer Lawrence retomó su carrera con la sátira ‘No mires arriba’ (2021) y ‘Causeway’. De partida choca que en esta fase de ‘reactivación’ haya escogido una película como ‘Sin malos rollos’, que incluso puede considerarse un paso atrás por los gags sustentados en su imagen sexualizada. Sin embargo, no se trata de un proyecto equivocado.
Lawrence se divierte y desinhibe, exhibiendo su talento y magnetismo cómicos en un título cuyo aliciente no se limita a su faceta gamberra. La incorrección (siempre de agradecer) que guía a Gene Stupnitsky, director que sigue la senda de ‘Chicos buenos’, trae entretenimiento y también atractivo conceptual por cómo varía la comedia romántica (a pesar de modularla, no se ciñe a esa catalogación) y maneja el cauce adolescente.
La actriz estadounidense encarna a una treintañera que, para conseguir un coche con el que empezar a resolver sus dificultades económicas, acepta la singular propuesta de unos padres (la participación de Matthew Broderick supone un claro guiño a los ecos ochenteros detectados) con un hijo demasiado inmerso en su burbuja. Buscan a una mujer que espabile (en todos los sentidos) al retraído joven antes de que vaya a la universidad. El humor de que la insinuación y la sensualidad se topen con un aparente caso perdido conduce a la clásica conexión que va surgiendo por el cambio de perspectiva de la protagonista y la esencia tierna del chaval (buen trabajo de Andrew Barth Feldman).
Lo alocado, burro e irreverente se acompaña de una vertiente emocional igualmente interesante. Sin duda a Lawrence, a la hora de elegir el papel, le habrá gustado este componente por los apuntes acerca del tema de la precariedad y la descripción del momento vital del personaje. El filme, sin perder de vista su tono de base, remite al vínculo que ayuda a avanzar y salir de la parálisis.
