'Asteroid City': o se ama o se aborrece

Más ficción que ciencia, más delirio que cine en estado de gracia. Esta es la primera conclusión que he sacado tras ver ‘Asteroid City’. Desde ‘Los Tenenbaums’ hasta esta última película, el cine de Wes Anderson ha sido una arriesgada y continuada apuesta por una insólita forma de hacer cine. Fruto de la misma han sido filmes tan ‘especiales’ como ‘Viaje a Darjeelin’, que yo detesté en su día, y otros tan estupendos para mi como ‘El Gran Hotel Budapest’ o ‘Fantastic Sr. Fox’, que sigo admirando.

Fiel a su estilo y forma de hacer, Anderson regresa con una de sus excentricidades cinematográficas, que unos detestarán y otros admirarán, mientras algunos, como es mi caso, solo podrán decir de la misma que les ha resultado un tostón interminable. Me ha aburrido mucho, lo confieso. De nuevo, en ‘Asteroid City’ hay escenarios de cartón-piedra -por cierto, la película se rodó en la localidad española de Chinchón-, hay un colorido extremo en el que prevalecen los tonos pastel y hay unos personajes que parecen surgidos de otro universo - hay incluso un extraterrestre que viene en busca de un asteroide perdido-. Por supuesto, no falta la habitual y asombrosa acumulación de actores de renombre, aunque la intervención de algunos de ellos sea inferior a un minuto, tal es la pasión de muchos intérpretes por figurar en los títulos de Anderson.

Con todo esto a sus espaldas, el director, a partir de un guión que ha escrito con Roman Coppola, hijo de Coppola evidentemente y guionista que ha colaborado con Anderson anteriormente, aborda una historia que comienza con una reunión de estudiantes y expertos en materia espacial y que puede ser clasificada en el grupo de obras delirantes, que rozan la ciencia ficción, hacen a ratos cine dentro del cine y que yo catalogaría como una sucesión de escenas y personajes que abordan una anécdota tras otra en un imaginario pueblo de un no menos imaginario desierto de Estados Unidos. Para incondicionales.