Rabos de lagartija eléctrica
De Granada a Calanda a golpe de rock revulsivo, insurgente y rabiosamente eléctrico, Lagartija Nick rinde tributo a Luis Buñuel -en concreto, a su obra poética- en su último álbum, ‘El perro andaluz’, que presentaron el viernes en el Jardín de Invierno ante un numeroso público. Cierto que la entrada era libre, pues de otro modo difícilmente la banda granadina habría reunido ni una tercera parte de asistencia, así que no está de más felicitar a los responsables de Música al Raso por propiciar el acercamiento a una de las formaciones más personales e inquietas del panorama nacional en las tres últimas décadas.
Apoyándose en proyecciones cinematográficas buñuelescas -ya de entrada imágenes de ‘Simón del desierto’-, estos cuatro perros andaluces, como dijo al presentar a la banda su cabecilla e ideólogo Antonio Arias, ofrecieron un extraordinario concierto, magnético de principio a fin. La contundencia sonora que distingue a Lagartija Nick hace muy buenas migas con la lírica surrealista y onírica de Buñuel a través de piezas como ‘Palacio de hielo’, ‘Me gustaría para mí (Las libélulas)’, ‘Una jirafa’, ‘Bacanal’, ‘Polisoir milagroso’ o ‘Pájaro de angustia’; incluso en algunos momentos uno intuye ciertas conexiones con el surrealismo pop de El Niño Gusano.
Mas el repertorio de los granadinos no olvidó material de otros discos, como algún tema de su homenaje a José de Val del Omar, títulos como ‘Buenos días Hiroshima’, ‘Guernika 2019’ o un potente final con ‘Nuevo Harlem’, además de recuperar tres trallazos de aquel monumental ‘Omega’ que grabaron con Morente: ‘Niña ahogada en el pozo’, ‘Vuelta de paseo’ y ‘Ciudad sin sueño’, donde los versos de Lorca y la abrupta fiereza sónica de los Lagartija alcanzan niveles de estremecedora belleza. Claro, faltaba don Enrique, pero desgraciadamente eso no tiene remedio.
